Guías Homiléticas - SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Del santo Evangelio según san Juan 1, 29-34
En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel”. Y Juan dio testimonio diciendo: “He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre Él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: ‘Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre Él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo’. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios”.
Palabra del Señor.
DEL TESTIMONIO DE JUAN BAUTISTA BROTA UNA FRASE HERMOSA: “CORDERO DE DIOS QUE QUITA EL PECADO DEL MUNDO”
En la lectura del segundo de los cuatro “cánticos del siervo” de Isaías, nos centralizamos a seguir la lectura atenta a la misión universal del Siervo. Tenemos varias características del siervo en sintonia con los profetas: llamado antes de nacer desde el seno materno, una misión concreta, reunir al pueblo y dar fruto, esto es ser luz para todas las naciones. En este mensaje de salvación y consuelo, tiene por objetivo infundir ánimos a los hebreos desterraos en Babilonia (586 – 538 a.C.).
La Primera carta a los Corintios
Fue escrita sobre el 57 d.C. y que en el texto aparecen importantes informaciones sobre la comunidad, esto significa que si se quiere ser creyente debe vivirse dentro de una comunidad, implica querer la comunidad. Es un texto que también nos habla sobre los apóstoles y su relación con los demás, porque el texto nos dice que la religión no es una mentira, sebe notarse en la vida cotidiana y debe tocar los corazones para ser realmente verdaderos Hijos de Dios.
El evangelio de hoy nos da la expresión simbólica, del cordero de Dios, unida al que quita el pecado del mundo, indica que el Mesías, no es un libertador político. Sino que se relaciona con los canticos de Yahvé para señalarnos que él es el Mesías, él es el verdadero cordero pascual, que en el Antiguo Testamento en las primeras comunidades marcaban las puertas de las familias de los judíos en Egipto con la sangre del cordero, fue el inicio del éxodo y la liberación de Israel, luego vienen los sacrificios diarios en el templo, ahora ya no se necesitan más corderitos sacrificados, ahora Él es el verdadero cordero en la cruz, en la Eucaristía: que con su muerte en la cruz (sacrificio) y resurrección ha hecho desaparecer todo pecado en el mundo.
Esto es una larga meditación de las primeras comunidades que recoge Juan y lo expresa de manera cristológica: el cordero de Dios que muere para expiar los pecados (quita los pecados del mundo), existía antes que yo (preexistencia) y este es el hijo (el elegido) de Dios (filiación). Hoy, se presenta el cordero como una oveja tierna y delicada, que la llevan al matadero y se ofrece por la salvacion de todos.
El testimonio de Juan Bautista
Es el testimonio de Juan Bautista, quien señala al Cordero de Dios, como Hijo de Dios. Se señala la diferencia entre Jesús y el Bautista. Jesús es el Mesías, el Redentor y el salvador mientras que Juan Bautista ocupa su lugar, no usurpa el lugar del verdadero Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Nosotros podemos llegar a conocerlo a través de un “encuentro personal de ojos abiertos y corazón palpitante” (san Juan Pablo II), llegando a la plenitud del conocimento: “he contemplado que el Espíritu Santo, bajaba en forma de paloma y se posó sobre Él”, dandonos la oportunidad de penetrar en ese conocimiento y llegar hasta lo más profundo de su identidad: “este es el Hijo de Dios” quien nos da vida en abundancia, vida verdadera… ¿A dónde iremos Señor si tu tienes palabras de vida eterna?
Hablar del cordero de Dios es situarnos ante la realidad del hombre de hoy, cuantas personas angustiadas, incluso existe una pérdida de sentido de la vida pero se ayuda con la escucha de la palabra: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” es la respuesta que estabamos esperando del Bautista, es la salida al momento que atravesamos, que en el transcurso del día a día se vuelve cada vez más urgente el saber escuchar y acompañar los procesos en los ambientes que vivimos, encontrar un sentido a lo que hacemos en el trabajo y a la vida presente en sus intereses y una respuesta al futuro que de por sí es incierto, nada es seguro, somos pasajeros en la vida, somos efímeros y un día dejaremos de existir y nos seguimos preguntando: ¿Tendrá sentido lo que hacemos-celebramos hoy? ¿Tendrá sentido creer que Jesús es el Cordero que quita el pecado del mundo?
Jesús ha vencido la muerte en la cruz y se actualiza en nuestra vida todos los días, cada vez que conmemoramos el misterio de nuestra fe, la Eucaristía es el sacrificio del Cordero de Dios, que se hace memoria en nuestra vida para vencer el pecado y la muerte, y así, dar vida en abundancia a nuestras comunidades en la Iglesia. Casi que podemos decir, hoy en día que la Iglesia vive gracias al sacrificio diario de Jesús que se quedo con nosotros y que se entrega en sacrificio y se hace vida. Cada vez que celebramos este memorial del sacrificio de Cristo se realiza la obra de nuestra redención, nuestra participación en la Eucaristía no es un mero ritual o repetición de actos sin sentido, es el verdadero sacrificio que se actualiza en nuestra vida y nos invita a participar en la mejor fiesta que nos da una inmensa alegría entrar en ella.
Por: Pbro. Wilson Javier Sossa López, cjm
Sacerdote Eudista
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