Guías Homiléticas -
TERCER DOMINGO DEL TIEMPO DE CUARESMA
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12 MARZO

Del santo Evangelio según san Mateo 17, 1-9

En aquel tiempo, llegó Jesús a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al pozo. Era hacia la hora sexta. Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: “Dame de beber”. Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. La samaritana le dice: “¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?” (porque los judíos no se tratan con los samaritanos).

Jesús le contestó: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice ‘dame de beber’, le pedirías tú, y Él te daría agua viva”.

La mujer le dice: “Señor, si no tienes balde, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?”.

Jesús le contestó: “El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial de agua que brota hasta la vida eterna”.

La mujer le dice: “Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla”. Él le dice: “Anda, llama a tu marido y vuelve”. La mujer le contesta: “No tengo marido”. Jesús le dice: “Tienes razón, que no tienes marido: has tenido ya cinco, y el de ahora no es tu marido.En eso has dicho la verdad”. La mujer le dice: “Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y ustedes dicen que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén”.

Jesús le dice: “Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre.

Ustedes adoran a uno que no conocen; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que lo adoren así. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y verdad”.

La mujer le dice: “Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, Él nos lo dirá todo”. Jesús le dice: “Soy yo, el que habla contigo”.

En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo: “¿Qué le preguntas o de qué le hablas?”. La mujer entonces dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la gente: “Vengan a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho; ¿será este el Mesías?”. Salieron del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba Él.

Mientras tanto sus discípulos le insistían: “Maestro, come”. Él les dijo: “Yo tengo un alimento que ustedes no conocen”. Los discípulos comentaban entre ellos: “¿Le habrá traído alguien de comer?”.

Jesús les dice: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. ¿No dicen ustedes que faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo les digo esto: levanten los ojos y contemplen los campos, que están ya dorados para la siega; el segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y así, se alegran lo mismo sembrador y segador. Con todo, tiene razón el proverbio: uno siembra y otro siega. Yo los envié a segar lo que no han trabajado. Otros trabajaron y ustedes entraron en el fruto de sus trabajos”.

En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en Él por el testimonio que había dado la mujer: “Me ha dicho todo lo que he hecho”. Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer: “Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que Él es de verdad el Salvador del mundo”.

Palabra del Señor.

Un encuentro de amor Jesús y la samaritana

La lectura del Éxodo es una peregrinación, un caminar en la fe, en búsqueda de la verdadera libertad, el pueblo de Israel muchas veces cae en las quejas y reclamos ante Dios, pero esto no resuelve nada, no resuelve los problemas, a veces los podemos agrandar con momentarios o críticas negativas;  por eso solamente la persona o el pueblo que pone su confianza y su fe en Dios, puede salir adelante, eso es lo que quiere Dios, que verdaderamente el pueblo aprenda a discernir los signos de los tiempos, esto es lo que va a producir los profundos resultados y frutos, por ende el agua que brota de la roca es un signo de fe y una respuesta para las necesidades que acontecieron en aquel momento en el pueblo.

Iluminar desde la misma comprensión del misterio de Cristo.

La segunda lectura de san Pablo a los Romanos, donde se da otra sección de la carta que nos ofrece un profundo analisis del misterio del hombre que solamente se puede iluminar desde la misma comprensión del misterio de Cristo.  El agua y el amor de Dios se reclaman en la vida de aquellas personas que se dejan transformar por Cristo y se abren a su acción, así como el agua del amor es el motor que da la vida, que en últimas es la gracia que prevalece sobre las oscuridades humanas y sobre nuestra sequedad espiritual.

El lenguaje del contexto jurídico de la carta a los Romanos pasa a un segundo plano y cede su lugar a otro más ético. A la preponderancia de la justicia divina, le sucede el predominio del amor. Ya no hay distinción entre judíos y paganos. Pablo deja al pueblo judío como su interlocutor imaginario y se dirige ahora a la comunidad cristiana que es tal por haber recibido la justificación, salvación, por la fe. Va a explicar en qué consiste esta “justificación” que poseemos como don gratuito de Dios por Jesucristo.

El evangelio de hoy, nos explica que Jesucristo es el agua viva. En estas semanas el tiempo de Cuaresma nos ha mostrado un itinerario espiritual como camino de conversión hacia la Pascua, en muchos signos como el desierto, donde acontecen las tentaciones, la semana pasada la transfiguración en el monte Tabor como un adelanto de la gloria de Dios y hoy nos habla de agua vida que es Jesucristo en el pozo de Sicar. Pero veamos el relato y saquemos algunas reflexiones en este día.

JESÚS Y LA SAMARITANA

Teniendo en cuenta que en la Biblia una mujer es símbolo y encarnación de su pueblo, esta narración debe enfocarse más en la conversión del pueblo samaritano que en la misma samaritana. Según datos del Antiguo Testamento, el pueblo samaritano se había formado con cinco tribus que repoblaron Samaría después de ser conquistada por Asiria. Cada tribu trajo sus propios dioses, aunque después dieron culto a Yahvé, el Dios de Israel (2Re 17, 24-34). Al comienzo del relato, la mujer se pone al mismo nivel que Jesús: Tú judío; yo samaritana (9). Jesús le recuerda su ignorancia (10), sugiriéndole el don del agua viva. Dos veces la mujer llama a Jesús “Señor” (11.15), conforme aumenta su respeto hacia Él; al final los papeles se invierten cuando ella le pide de esa agua viva. Este diálogo entre la mujer y Jesús pone al descubierto los intereses humanos, porque definitivamente el ser humano tiene sed en lo profundo de su ser de algo que lo trasciende y solamente cuando beba de la fuente verdadera que es Cristo, podremos vencer todas las tentaciones y saciar la verdadera sed que tenemos todos.

¿QUIÉN ES JESÚS?

Al principio la mujer no reconoce quién es Jesús, no sabe y tal vez no es común reunirse dos personas de diferentes culturas y más cuando son “enemigos” por una diferencia de creencias y del lugar del culto, de su religión… hoy en día, el catecumenado y el diálogo interreligioso nos ha permitido reconocer que las diferencias son cada vez menos, que el diálogo se de en lo fundamental, en lo que nos une como hermanos(as) y no en lo que nos separa o divide, porque este texto nos sitúa en un camino de conocimiento, de encuentro con el otro(a), entre una mujer, que es samaritana y la persona misma de Jesucristo, que se da a conocer tal cual es y que se presenta como el agua viva, que brota hasta la vida eterna; este texto comienza en lo superficial pansando a lo más profundo, porque no se sabe quién es Jesús hasta que se conoce y Jesús que conoce la mujer le da la oportunidad que lo re-conozca como el Mesías. Lo que comienza con un conocimiento termina con un reconocimiento, esto es que porque la experiencia de Jesús no es una idea, ya no creemos en las ideas o en los discursos, creemos porque lo hemos visto.   

¿CUÁL ES LA PETICIÓN DE LA MUJER?

La petición de la mujer buscaba que Jesús le hiciera la vida más fácil. Cuando Jesús le habla de sus cinco maridos, que son los cinco dioses originales de los samaritanos, la mujer se reconoce pecadora y lo acepta como profeta; sin embargo, en el plano religioso, la mujer insiste en que Yahvé es el marido de su pueblo, ya que sus antepasados, los Patriarcas, le habían adorado en tierras de Samaría. Jesús anuncia a la mujer que en el futuro la adoración no estará ligada a lugares sino a una persona, a Él mismo, el nuevo Templo de Dios, y será un culto en espíritu y de verdad, esto es el verdadero culto que agrada a Dios, algo que proviene del corazón, no de lo externo, que sacia de sed de infinito y salta hasta la vida eterna, movido por el principal motor de la vida que es Dios y que se revelará en acciones concretas de vida diaria.

LA SAMARITANA RECONOCE AL SALVADOR

La samaritana reconoce a Jesús como Mesías, pues Él se lo revela. Este es el único caso en que Jesús revela abiertamente su identidad; lo hace a una mujer de raza despreciada; escoge a una pecadora y no a una santa, Jesús realiza lo impensable para los que se creen “justos”, de una pecadora saca su mejor versión, de una samaritana saca y enciende en ella el fuego del amor divino, que es el agua viva que no se apaga, porque Dios suele escoger a los últimos para ser torrentes de agua para los demás, “dame Señor de esa agua para no volver a tener sed jamás”.

De este modo, la mujer se convierte en apóstol y mensajera de la Buena Noticia para su gente. Cuando los samaritanos conviven con Jesús, también llegan a reconocerlo como Mesías, pero no solo de los judíos, sino también de todo el mundo (42). Después, Jesús vuelve a Galilea, y de esta manera el evangelista cierra el viaje emprendido en 4, 3. El dicho del rechazo a un profeta en su propia tierra anticipa al rechazo que va a experimentar Jesús por sus paisanos, en contraste con la acogida de los samaritanos.

CAMINO SINODAL CUARESMAL

Por: Pbro. Wilson Javier Sossa López, cjm

Por: Pbro. Wilson Javier Sossa López, cjm

Sacerdote Eudista

 

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