En el libro La vida después de la pandemia dice el papa Francisco: “Este no es el tiempo del egoísmo, porque el desafío que enfrentamos nos une a todos… Las palabras que realmente queremos escuchar en este tiempo no son indiferencia, egoísmo, división y olvido».
El padre Alberione se ha ido. Regresó a su verdadera casa. Allá nos espera. Su vida se apagó en un lento y profundo holocausto. Se fue en silencio como vino. Vivió en un abismo de contemplación forjando nuestra eterna misión: traducir las verdades divinas en letras, en imágenes, en ondas y en sonidos… Fue su inmortal herencia.
Hoy, más que nunca se cuestiona sobre las maneras de vivir y ser en el mundo, y la enciclica quiere declarar en breves palabras lo que significa la verdadera fraternidad y amistad social, sus retos y grandes cuestionamientos para el hombre de hoy.
Encuentro digital de amigos y hermanos en la fe, que compartirán sus diversos caminos, los cuales han sido inspirados por las figuras y enseñanzas de los apóstoles Pedro y Pablo, desde sus cartas y desde sus vidas.
Necesitamos párrocos “servidores” y renovados; Servidores “del misterio”: “solo los hombres y mujeres tocados por Dios, son capaces de abrir la mente y el corazón de sus contemporáneos a las cosas de Dios” (Benedicto XVI).
El anuncio de la Palabra en medio del confinamiento, a la luz de Hch 28, 30-31
“Durante dos años completos permaneció Pablo en la casa que tenía alquilada, y recibía a todos los que iban a verlo. Y predicaba el reino de Dios y enseñaba acerca del Señor Jesucristo con toda libertad y sin impedimento alguno”.
“La comunión espiritual consiste en el deseo ardiente de recibir a Jesús Sacramentado y en un abrazo amoroso como si ya hubiera sido recibido” San Alfonso.
Las enseñanzas del apóstol Pablo contienen riquezas maravillosas, que son como aquel carisma o don perdurable que viene con la fe y la vocación cristiana; y que pueden hoy ser reavivadas, aun en tiempos de zozobra e incertidumbre como las causadas por la actual pandemia que azota a todos nuestros pueblos y naciones.
Cuando decimos que María es modelo de amor y de esperanza, en realidad estamos afirmando que María es el mejor modelo que tenemos de vida cristiana.
La actividad catequética ocupa un lugar privilegiado en la misión evangelizadora de la Iglesia, dado que garantiza la correcta y eficaz transmisión de los contenidos y valores de la fe cristiana a las nuevas generaciones de creyentes.