Guías Homiléticas
 16 enero / SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
/ Is 62, 1-5 / Sal 95, 1-2a.2b-3.7-8a.9-10a y c / 1Co 12, 4-11 / Jn 2, 1-11 
Del Evangelio según san Juan 

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban  también  invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: “No tienen vino”. Jesús le dice: “Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora”. Su madre dice a los sirvientes: “Hagan lo que Él les diga”.
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice: “Llenen las tinajas de agua”.  Y las  llenaron  hasta  arriba.  

Entonces  les dice: “Saquen ahora  y llévenlo al mayordomo”. Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían  sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dice: “Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora”.
Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en Él.

Palabra del Señor

Es importante acercarnos con mucho cuidado a este texto porque ha sido utilizado para fundamentar posiciones dispares y en general ha tenido una lectura superficial y tendenciosa. La frase inicial nos ubica en un tiempo teológico. El tercer día se suma por un lado a la escena anterior, la de la llamada de discípulos, que hace un total de seis días. Este número, a diferencia del siete que es la plenitud, significa aquello que no está terminado y también es el día en que se creó el ser humano en el relato del libro del Génesis. Estos son dos elementos simbólicos que nos han de acompañar a lo largo de este relato.

LA PROPUESTA DE JESÚS

Esta boda no es el elemento central del relato sino que es el escenario de fondo utilizado para ejercer una crítica al sistema religioso con el cual se enfrenta Jesús de Nazaret. Es un ejemplo tomado de la vida cotidiana y un evento que todos y todas conocemos y hemos vivido alguna vez. El vocabulario nos revela gran parte de las intenciones teológicas, es decir, la forma en interpretar la realidad del evangelista. Las bodas han sido utilizadas por los escritores bíblicos, en especial los profetas, como una imagen y descripción de la relación de Dios con su pueblo. Un relato de amor, fidelidad permanente de Dios, infidelidad de su pueblo. Por lo tanto el centro del relato es esa relación. La antigua y la nueva forma de relacionarse con Dios. Por medio de los ritos de purificación o por medio de la gracia revelada en Jesucristo.

En el contexto de la epidemia del Coronavirus y sus variantes como Omicrón, e inclusive de los virus nuevos que seguirán propagándose en la humanidad, nos encontramos también con esta discusión y esta tensión. Permanentemente aparecen este enfrentamiento en el marco de lo puro e impuro, de la ley y de la gracia. Esta boda pertenece al antiguo régimen y en ese contexto se producirá la acción. Comienza sin vino y termina con abundancia. Jesús ha sido invitado a vivir en ese sistema pero no se integra totalmente. Es un espectador de lo que ocurre.

EL VINO ES ALEGRÍA

Es por ello que podemos comprender en este contexto el diálogo con su madre. María constata que en esa celebración falta vino. Este es el segundo elemento a tener en cuenta. El vino es símbolo de la alegría del reino, de la plenitud de la presencia de Dios en medio del pueblo. La constatación de que falta vino muestra que María, que forma parte de ese antiguo sistema, ha tomado conciencia de sus límites y acude a su Hijo. María tiene esperanza de que la salvación del sistema vendrá de afuera del sistema.

Quizás nosotros y nosotras podamos vivir la misma esperanza. Frente a la crisis de exclusividad de nuestras comunidades y en medio de la realidad que nos revela la epidemia del Coronavirus, que nos hace tomar conciencia de nuestras limitaciones y exclusiones, quizás la esperanza de una nueva vida para nuestras comunidades también venga de aquellos y aquellas invitados inesperados que a los que nos ha abierto la epidemia hoy en día, encontramos muchas personas solidarias ante situaciones limite, muchas familias que han perdido un ser querido, ante tantas situaciones complejas que pasa el hombre hoy en día.  El distansamiento social hace que vivamos llenos de temores y preocupaciones e incluso a lo largo y ancho del mundo las generaciones jóvenes se han levantado con voz de protesta ante tantas leyes impuestas por los gobiernos. Lo cierto es que ni siquiera esas leyes han sido efectivas a la hora de controlar una inevitable propagación del virus. Ni siquiera las vacunas, adelantadas por la ciencia con toda su sabiduría han podido ser la respuesta, seguro seguirá estudiándose lo que implica para la humanidad la perdida de tantas vidas y la fragilidad del hombre ante lo nuevo. Un pequeño virus, tiene a la humanidad en una situación compleja e incluso ante las variantes nuevas debemos estar preparados ante lo inesperado. Las anteriores pandemias fueron controladas, tal vez de una manera menos compleja como la actual. Pero seguros que la humanidad encontrara sus nuevos horizontes para salir adelante y de esta manera no se extinga la misma. El conocimiento cada día es mas interdisciplinario e integral, ya no es solo la ciencia o la tecnología, son todos los saberes puestos al servicio de la humanidad, el vino nuevo es la apertura ante lo nuevo, el vino nuevo de la alegría que contagia la humanidad de esperanza, muchas personas que han pasado por esta enfermedad del COVID, no solo nos manifiestan que ataca el sistema inmunológico del hombre, sino también el anímico, el sensible, el espiritual… total estamos ante una pandemia físico-psicológica y físico-espiritual.  

Ante esa falta de vino, Jesús de Nazaret responde en forma cortante: “¿Qué nos importa a mi y a ti, mujer? Todavía no ha llegado mi hora”. Dos realidades en una sola afirmación. Por un lado Jesús no pertenece a ese sistema y es un extraño en esa realidad. La hora de Jesús de Nazaret, es la clave de comprensión de este acontecimiento y de este signo o señal mas que hablar de un milagro y de todos los que vendrán en nuestra limitada comprensión. La hora de Jesús es la cruz y desde ella tenemos que interpretar y comprender todas sus acciones. Todas las maravillas señalan el gran milagro del amor en la cruz, en definitiva es el único y verdadero milagro.

Recordemos que el evangelista san Juan no pretende relatar milagros, pues su lenguaje sencillo con signos sencillos, muestran una realidad suprema, esto es nos hablan por sí mismos de lo que el Señor hace en su comunidad, a través de signos sencillos, con la finalidad de mostrarnos su gracia y salvación.

– Número seis (6) Las seis tinajas de piedra, nuevamente el número imperfecto, representan la espiritualidad de la comunidad de fe de aquel tiempo y frente a la cual Jesús viene a traer una novedad total. Esa espiritualidad fundamentada en el cumplir rituales de purificación constantes porque nadie se puede sentir lo suficientemente puro como para acercarse a Dios. Esta es una espiritualidad vacía y contraria a la que nos brinda Jesús de Nazaret. Nuestras comunidades también muchas veces tienen un énfasis tan grande en el pecado, en los errores, en las confesiones privadas o públicas, en las impurezas de actos, personas y palabras que no nos permiten ver otra realidad más importante. Hemos construido nuevamente una espiritualidad centrada en los pecados y hemos olvidado la fidelidad incondicional y amorosa de Dios. Hemos vaciado nuevamente las tinajas.

– La hora La respuesta de Jesús: aún no ha llegado mi hora, tiene dos sentidos, el primero es la manifestación del Hijo de Dios mediante los signos que vemos y el otro sentido la hora de la pasión, muerte y resurrección, como preámbulo de lo que va a acontecer con su vida. Esta pasión-sufrimiento va a tener su culmen en la muerte y resurrección, el paso del dolor a la gloria, el paso de la vaciedad (no ahí vino) a la abundancia (el agua convertida en vino). Por eso cuando se trata de servir al otro las cosas pueden cambiar, ante las necesidades de la comunidad, la hora es algo así como el momento de ayudar, de servir.

– El agua Esas tinajas son llenadas con agua hasta el borde para significar muchas cosas. El agua también es otro de los signos junto a las bodas y el vino. La purificación que realiza Jesús de Nazaret de los ritos impuestos en forma opresiva al pueblo creyente no va a ser simplemente una reforma o un parche. Es un cambio total.

– El vino El vino nuevo de la gracia incondicional de Dios y que llegará a su plenitud en la séptima copa de la Eucaristía, reemplaza totalmente a los ritos de purificación (la cena judía con el sacrificio del cordero, ya no se necesita sacrificar el cordero animal, porque el verdadero sacrificio es la vida de Jesús). El vino es el signo de consolación y de amor presente en toda celebración de amor. Manifiesta la alegría del encuentro definitivo del hombre. Muchas veces en nuestras celebraciones litúrgicas le damos mayor importancia a la confesión de pecados que deben ser detalladas y minuciosas que al abrazo incondicional de la paz que es el signo más grande de absolución y reconciliación que los cristianos y cristianas pueden compartir en la gran boda del Cordero de Dios. La relación entre Dios y su pueblo ya no se fundamenta en las seis tinajas (antigua alianza), ahora es más importante la séptima tinaja (la nueva alianza), porque hasta ahora al hombre le hacía falta algo y ahora puede celebrarlo en la Eucaristía. En el agua nueva del bautismo que se nutre del vino nuevo de la gracia sorprendente de Dios, que se renueva cada día. Es sorprendente como el mayordomo, el maestresala, que representa a los seguidores del antiguo régimen, a todos aquellos y aquellas que aún imponen rituales de purificación física, mental o social a tantos hermanos y hermanas que vienen desde los grupos vulnerables que aún reconociendo que el vino nuevo es mejor que el antiguo que ya se había acabado, continua rezongando y malhumorados frente a esta nueva forma que tiene Dios de relacionarse con su pueblo, con todo su pueblo. Les cuesta comprender el significado de este nuevo vino y no pueden disfrutar la alegría de tener el vino del nuevo espíritu en tanta abundancia. Es por ello que nosotros y nosotras al caminar junto a las personas necesitadas, enfermas, sin estabilidad económica, sin recursos… pero escuchamos a María que nos dice: Cualquier cosa que nos diga Jesús, háganla. Y Jesús nos dice que ya no hay mandamientos escritos en piedras sino que hay un solo y único mandamiento escrito en nuestros corazones: amar incondicionalmente, gratuitamente, increíblemente. Amar a Dios y a nuestros hermanos y hermanas, los seres humanos de todos los grupos vulnerables de todas las opresiones e injusticias. Con ellos y ellas estamos entrando juntos y juntas a las bodas del Cordero de Dios. En fin… la frase: haced lo que él os diga (apertura a la voluntad de Dios, dejar nuestra vida (el vino) en manos de Dios) y las llenaron hasta el borde (llenaron las tinajas al borde), es para insinuarnos que, cuando se trata de las cosas del Reino es necesario darlo todo y no a medias. La fiesta pudo continuar ante la admiración de los invitados ante el dueño de casa que, contrariamente a la tradición, había dejado para el final el mejor vino. Estamos nosotros dejando para el final el mejor vino? Como quien dice ¿Siempre estamos dejando el mejor vino para todos, todos los días de nuestra vida? El mejor vino está por venir: Jesucristo, nuestra esperanza hoy y siempre.

El evangelio de Juan presenta la vida de Jesús como una progresiva sucesión de «señales» que él va entregando. Su vida es donación de sí mismo como «señal». ¿Es así mi vida? ¿Soy señal para los demás? ¿Sé, como Jesús, ser señal en medio de las realidades sencillas y diarias, «profanas»… o sólo lo encuentro en el recinto de lo separado, de lo sagrado? ¿Qué debo hacer para parecerme más a Jesús? ¿Cuáles pueden ser las «señales» de Dios para nosotros y nosotras hoy? ¿En qué lugares «se convierte el agua en vino» hoy? ¿Dónde sigue Jesús dando «señales» hoy? ¿Dónde Jesús sigue presente, haciendo «señales», por medio de sus discípulos?

María y Jesús están en la fiesta de la boda, y tienen que ver con el tema del vino de la fiesta… ¿Por qué se ha imaginado tanto a Jesús y a María como alejados de la fiesta y de las alegrías humanas? ¿Por qué la moral cristiana ha sido percibida como enemiga de la alegría?

APORTE PASTORAL

Debemos percibir las «señales» y “signos” dispersos que nos remiten más allá de nosotros mismos y de nuestras limitaciones, hacia una presencia mayor, misteriosa pero real. En ti está la fuente de la vida y por tu luz vemos la luz. Por todas las personas que viven con enfermedades terminales, para que descubran, ellos y nosotros y cada uno su «hora», el llamado de Dios a hacer de nuestra vida una aventura personal de amor y de entrega al proyecto de convertir el agua de la exclusión en vino de alegría de comunión para toda la humanidad. En ti está la fuente de la vida y por tu luz vemos la luz. Una persona cercana en relación al COVID, nos contaba que estando hospitalizado, en esa crisis anímica el único motor de su vida fueron dos personas: Jesús y su familia, Jesús porque le entregó su vida (pensado que ya era su hora) y su familia porque en un mensaje de texto por WhatsApp, le motivo seguir adelante: “Papi, nosotros te necesitamos, no te vayas”. Este vino nuevo le ayudo a salir de la clínica y superar la enfermedad. Todos necesitamos un motor en nuestra vida que nos mueva e impulse a salir adelante.

ORACIÓN POR NUESTRAS PANDEMIAS

Para que sepamos relacionarnos con las cosas sencillas de la vida diaria, sencilla, incluso las pandemias como enfermedades actuales (la violencia, el odio, la indiferencia, la falta de solidaridad…) como «señales» que nos hablan en un lenguaje diferente que nos lleva al encuentro con nosotros y nosotras mismos, con los hermanos y hermanas, y con Dios, en nuestra profundidad. En ti está la fuente de la vida y por tu luz vemos la luz. Y por todos los seres humanos, para que vivan con alegría la donación generosa en el amor, para que cada día inventemos creativamente formas nuevas de hacer presente su amor, roguemos al Señor… En ti está la fuente de la vida y por tu luz vemos la luz. Amén.

Por: Pbro. Wilson Javier Sossa López, cjm 
Sacerdote Eudista

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