Guías Homiléticas
 23 enero / TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
/ Ne 8, 2-4a.5-6.8-10 / Sal 18, 8.9.10.15 / 1Co 12, 12-30 / Lc 1, 1-4; 4, 14-21 
Del Evangelio según san Lucas 

Ilustre  Teófilo: Puesto  que  muchos han emprendido  la tarea de componer  un  relato de los hechos  que se han cumplido entre nosotros, como nos los transmitieron  los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo he resuelto escribírtelos por su orden, después de investigarlo todo diligentemente  desde el principio, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.
Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre  los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró  el pasaje donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque  él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor”.
Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decides: “Hoy se ha cumplido esta Escritura que acaban de oír”.


Palabra del Señor

EL ESPÍRITU ESTÁ SOBRE MI

¿QUÉ DEBES LIBERAR O SOLTAR EN TU VIDA?

Reconocer en la Palabra de Dios, que Él mismo se revela, es decir nos comunica su querer en nuestras vidas, esto es fundamental e importante para crecer en nuestras vidas tanto espiritual como humanamente. Cuando tenemos claro el lugar que ocupa la Palabra en nuestra vida y en la comunidad, tenemos claro que ella debe ser la que orienta, motiva y le da sabor a nuestra vida. ¿Cuál es el motor de tu vida? ¿Qué te falta soltar o dejar ir para ser libre en tu vida?

ESCUCHAR A DIOS

Esta primera lectura de Nehemías corresponde a unos cuatro siglos antes de Cristo. La palabra comunicada y escuchada, se convierte para el pueblo en certeza y obediencia al querer de Dios, el pueblo que se postra ante él, es una experiencia reveladora del Señor en una comunidad concreta a través de una persona Esdras, un sacerdote escogido por Dios; hoy en día la experiencia de Dios debe ser escuchada por nosotros en medio de muchos ruidos y señales no tan claras de nuestras comunidades. Pero debemos hacer un alto en el camino para escuchar atentamente su mensaje y su querer, así seremos obedientes y aunque nos equivoquemos como seres humanos que somos, nos vamos sintonizando entre su ser y su querer. ¿Hacia dónde se dirige nuestra vida?

LOS REGALOS DEL SEÑOR

La teología paulina de los carismas está en estrecha relación con su concepción de la Iglesia como Cuerpo de Cristo, en el que hay miembros diversos en la unidad de un solo cuerpo. La definición de lo que es un carisma la encontramos en 1 Co 12,7: “A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común”. Se precisa en el regalo o el don que se da y se recibe: Se da, porque el carisma es un don; algo que ni se compra ni se aprende, como la memoria, el oído musical, la facilidad de palabra, la facilidad para los idiomas extranjeros… Es también manifestación del Espíritu: un don sobrenatural, distinto de los dones naturales por sus efectos, aunque a veces se apoya sobre un don natural. Se da de un modo distributivo: a cada cual se le da su don. Descubrimos aquí el: pluralismo y la estructura corporativa del cuerpo de Cristo. Son para provecho común: en eso se diferencian los carismas de los dones que se dan para la santificación personal, el crecimiento personal en Cristo. Los carismas no miran a la construcción del individuo, sino el crecimiento de la comunidad, o la construcción de la comunidad y aportan siempre al bien común.

EL ESPIRITU ESTÁ SOBRE MI

La visita del Señor a su pueblo, donde la pluma del evangelista Lucas actúa como historiador y teólogo del plan de salvación. Para él la Encarnación y el nacimiento del Mesías hacen parte de un hilo conductor del tiempo y espacio, de la historia, según el designio de Dios Padre. Lucas, un autor con una metodología de trabajo rigurosa, quiere completar y garantizar la instrucción cristiana básica y rudimentaria de los recién bautizados. En esta línea empieza presentando la enseñanza de Jesús como una predicación catequética que da cumplimiento al mensaje de gracia acumulado a lo largo del Antiguo Testamento y que se cumple en el hoy de la vida de Jesús -en su momento-, esta es una relectura que puede desencadenar una prevención contra él y que debemos estar atentos sobre su desenlace. Este texto de san Lucas, se desarrolla entre la voz de Dios (su Palabra) y en la escucha de su voluntad en medio de los menos favorecidos y marginados de su momento. Dios no olvida de lo humano, se hace humano para enaltecernos, Dios lo hace objeto de su amor, ahora más que nunca dando a su Hijo para la salvación del mundo.

Punto de partida

Como punto de partida están «los hechos que se han verificado entre nosotros»; con esto se alude fundamentalmente a los acontecimientos de la vida de Jesús, aunque se incluyan también los sucesos de la historia de la Iglesia, tal como han sido recogidos en el libro de los Hechos. Sobre esa base se han elaborado las «tradiciones transmitidas por los testigos y mensajeros» hasta el día de hoy.

Como punto de partida, están los hechos de la historia de Jesús, en la que Dios nos ha ofrecido su rostro y su palabra. Para contextualizar el texto en su primera parte, que se dirige directamente a “Teófilo” –literalmente amado de Dios-, probablemente un convertido cristiano, algunos se han atrevido a decir que es un recién convertido, cuestionable hasta el día de hoy. Como interpretación de los hechos aceptamos la vida de la iglesia primitiva, que los ha modelado y ha sabido transmitirlo. La Iglesia es sabia y maestra, recibe el mensaje y lo trasmite para el crecimiento de la fe.  

Por eso, cada vez que meditamos su palabra nos ponemos en contacto con el misterio de Jesús, tal como ha sido vivido y aceptado por la Iglesia antigua o primitiva. En esta perspectiva se sitúa el relato de la obra de Jesús de Nazaret de Galilea (4, 14-21).

Como trasfondo está la realidad histórica de la predicación de Jesús de Galilea y el rechazo por parte de su pueblo; también es histórica la certeza de que Jesús actúa con la fuerza del Espíritu Santo. Sobre este trasfondo, es transmitido y se ha elaborado la tradición, para san Lucas es una de sus más profundas visiones de la identidad de Cristo. Para entender este texto hay que situarlo en el campo de la esperanza abierta ya por el Antiguo Testamento: ¡Vendrá la fuerza, vendrá todo el Espíritu de Dios y hará que cambie la existencia de los hombres! Pues bien, ante aquéllos que aguardan la venida del Espíritu de Dios sobre la tierra, Jesús proclama que el misterio ya ha empezado a realizarse: «Hoy se cumple esta Escritura». Esto significa que, para la iglesia primitiva y para Lucas, la venida de Jesús supone el cambio decisivo de la historia, el cumplimiento de toda la esperanza cristiana.

El texto original de Isaías es parte de la profecía en el tiempo del regreso y reconstrucción de la comunidad judía tras el exilio, profecía que permaneció incumplida al considerar que hasta el momento presente todavía esperan los judíos al Mesías. Este fue el texto asumido valerosamente por Jesús al concluir solemnemente: “Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír.”. Éste es el programa de toda la vida de Jesús, un proyecto de vida, un plan de vida. Hoy en día, hablamos de itinerarios, procesos, plan de calidad, proyectos a corto, mediano y largo plazo, etc.  Si estuviéramos planeando en una empresa o en una institución diríamos que tenemos que empezar por un banco de necesidades donde todos opinan y seguro que son muchas las necesidades; pero, para Jesús que conoce y sabe las necesidades más profundas de nuestro corazón, reconoce que todo hombre o mujer necesita ser libre, sentirse salvo, sentirse amado; porque el principal proyecto es la misma vida y las necesidades de todos los tiempos: para ser libres de verdad.

Pero, reconociendo la vida y la identidad de Jesús, al igual que su misión, es de hecho el gran designio de la Trinidad, la revelación de la compasión de Dios que actúa en Jesús. El Espíritu del Señor ya está presente y actúa ungiendo (Christos significa el ungido), potenciando y dirigiendo a Jesús en el comienzo de su ministerio público. Jesús lee en voz alta una vieja profecía -parte de su tradición judía- como reconectando lo antiguo con lo nuevo, y, más aún, para llevar a cumplimiento la salvación prometida antiguamente a los “oprimidos, los desesperados, los cautivos” (cf.: Is 61, 1-2a), para liberar a su pueblo de la esclavitud del pecado.  

La visión conjunta y panorámica del texto, que acabamos de presentar nos lleva a unas indicaciones para tener en cuenta en la predicación de este Domingo.  

En el principio está el hecho de Jesús; nosotros debemos aceptarle como aquél que viene desde Dios y nos transmite la fuerza de su Espíritu. Recordemos las palabras que nos comunica el Vaticano II: “El Espíritu guía la Iglesia a toda la verdad (cf. Jn 16, 13), la unifica en comunión y ministerio, la provee y gobierna con diversos dones jerárquicos y carismáticos y la embellece con sus frutos (cf. Ef 4,11-12; 1 Co 12,4; Ga 5,22). Con la fuerza del Evangelio rejuvenece la Iglesia, la renueva incesantemente y la conduce a la unión consumada con su Esposo. En efecto, el Espíritu y la Esposa dicen al Señor Jesús: ¡Ven! (cf. Ap 22,17)” (LG 4).

Aceptar a Jesús significa actualizar su obra de liberación para los hombres, quien no acepte a Jesús se niega a aceptar su obra, su palabra de vida, si acepamos a Jesús, aceptamos que debemos trabajar por el reino de liberación del hombre íntegramente, no sólo económica sino integral; sólo quien sigue su gesto y ayuda a los enfermos, libera a los cautivos y proclama el evangelio para todos los pobres de la tierra, sólo ése habrá entendido el mensaje de Jesús, según san Lucas. Pero, a la vez, un auténtico cristiano está obligado a «conocer la solidez de la enseñanza» que recibe (1-4); para eso ha escrito Lucas su evangelio, recogiendo las tradiciones de su tiempo; para eso debemos conocerlo, seguirlo y actualizar su obra en nuestras vidas. Las obras son amores y no buenas razones, este dicho que decimos con facilidad debe dar un salto cualitativo, no solo atender a los necesitados, sino acompañarnos unos a otros. En el frio del corazón, siempre existe una palabra motivadora para levantarnos y seguir adelante, cuando Jesús dice: “esta palabra se cumple hoy”, es ese motor que anima todo. Es la toma de conciencia que Jesús quiere actuar hoy, el presente es hoy, el día es hoy, no debemos esperar nada de nadie, sino somos instrumentos de salvación en el hoy de nuestra vida.   ¿Qué debes liberar, soltar o dejar ir para ser libre en tu vida?

APORTE PASTORAL

La renovación de la Iglesia: sus carismas y ministerios Uno de los cambios más importantes del concilio Vaticano II ha sido precisamente afirmar la realidad carismática de la Iglesia, la naturaleza participativa de la asamblea litúrgica, la invitación a todos los miembros a potenciar sus carismas y ponerlos al servicio común, y el reconocimiento de la multiplicidad de los carismas incluidos aquellos más extraordinarios (LG 12). Ha podido hablarse a propósito de esta renovación carismática de una nueva primavera para la Iglesia y de un nuevo Pentecostés. Somos testigos de si acción “hoy”.

Sin embargo llamativa su identificación por el evangelista Lucas como uno que “ya ha sido informado de antemano” y ahora está probablemente dispuesto y deseoso de aprender más sobre Jesús y el misterio de su persona y su misión. En la cultura de transmisión oral, e incluso ahora en los medios modernos de comunicación, para ser capaz de hablar a muchos, el comunicador debe al menos tener en mente una persona concreta.

Lucas, excelente narrador, sigue este principio. “Hoy” es una palabra repetidamente empleada por Lucas a lo largo de sus escritos, claro con un énfasis especial del día de hoy, según avanza Jesús en su ministerio de llevar la salvación a las vidas de la gente, especialmente a los pobres, los enfermos y los pecadores públicos (Lc 19, 9; 5, 25).

Con la presencia de Jesús, el misterio de la encarnación y su vida pública, hemos entrado definitivamente en el tiempo del cumplimiento; el amor de Dios está actuando detrás de todas las apariencias que podemos conocer. Es el amor el principal motor de toda la vida de Jesús. El amor del Padre en el Hijo, y el fruto del amor del Padre y del Hijo que es el Espíritu Santo. Curiosamente los oyentes originales de Jesús tienen, como veremos en el evangelio del próximo domingo, reacciones y respuestas diferentes a esta declaración. No todos están dispuestos a aceptar un pronunciamiento tan radical; no todos están abiertos a tal confesión de amor e invitación a la vida.

APORTE A LOS JÓVENES EN EL CAMINO SINODAL

Un joven nos cuenta… “¡Rinnnnng! ¡ay no!, Domingo otra vez. Que pereza levantarme. Pero cuando toca, toca… “ir a misa” a escuchar al cura predicando, hablando otra vez de los valores… sobre la Palabra de Dios…que hagamos esto, que no hagamos esto… Pero a mi vida no me dice nada o me dice poco…tal vez sea mejor seguir durmiendo o haciendo nada y nada…mejor nada de nada… ” Además de ir a Misa, y de dedicar un tiempo a Dios y al descanso, la Iglesia nos recomienda que nos demos más a la relación familiar. Todavía existe en nuestros países cristianos la costumbre de reunirse familiarmente en la hora del almuerzo para compartir este día. Debemos liberar cosas del pasado que nos hacen daño, soltar relaciones o apegos o dejar ir lo que no nos deja ser felices para ser libre en la vida.

APORTE A LAS FAMILIAS EN EL CAMINO SINODAL

Es una tradición que debe ser respetada como buena y mantenida para las futuras generaciones. Cuando tras haber transcurrido nuestra estadía en la tierra, lleguemos a la Casa del Padre, y nos sentemos en el Banquete de Bodas del Cordero, para celebrar el domingo eterno, gozaremos para siempre de Dios, en el seno de la gran Familia cristiana reunida en la Paz del Señor, que ya no se verá perturbada. Es cierto que a veces nos veremos ineludiblemente obligados a trabajar el domingo. El Catecismo Católico dice a este respecto: «Cuando las costumbres (deportes, restaurantes, etc.) y los compromisos sociales (servicios públicos, etc.) requieren de algunos un trabajo dominical, cada uno tiene la responsabilidad de dedicar un tiempo al descanso… Los poderes públicos deben asegurar a los ciudadanos un tiempo destinado al descanso y al culto divino.»

En estos días de renovación en nuestra Iglesia, debemos estar atentos a los signos de nuestros tiempos, la hora del laicado se está dando, ya llego el momento que los laicos recuperen su protagonismo en nuestras comunidades.

Referencia bibliográfica

Comentarios A La Biblia Liturgica Nt, Edic Marova/Madrid 1976.Pág. 1192 S. 
Catecismo de la Iglesia Católica 
Lumen Gentium

Por: Pbro. Wilson Javier Sossa López, cjm 
Sacerdote Eudista

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