El mensaje central es el anuncio del Señor como el Salvador y el Mesías esperado, como el centro y culmen de la revelación divina esperada desde el Antiguo Testamento, anunciado por los profetas y cumplido en el tiempo y espacio concreto.
Hoy es un motivo de regocijo porque los profetas nos muestran el camino de la alegría y esta es trasmitida en la esperanza de un pueblo que espera la venida del Mesías.
El sentido de la liturgia en este segundo domingo de Adviento es la invitación a la conversión.
Hoy, la lectura nos presenta a Jerusalén como el lugar de cita escatológica de todos los pueblos en todos los tiempos, como foco de luz, centro de salvación. A ella correrán las naciones deseando disfrutar de la dicha en la paz del Señor, que será el Rey de todos los pueblos.