Guías Homiléticas - I Domingo de Adviento

Is 2, 1-5 / Sal 121, 1-2.4-5.6-7.8-9 / Rm 13, 11-14a / Mt 24, 37-44
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27 NOVIEMBRE

Del santo Evangelio según san Mateo 24, 37-44

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto, estén en vela, porque no saben qué día vendrá su Señor. Comprendan que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa. Por eso, estén también ustedes preparados, porque a la hora que menos piensen viene el Hijo del hombre”.

Palabra del Señor.

¡ESPERAMOS TU VENIDA SEÑOR!

Hoy, la lectura nos presenta a Jerusalén como el lugar de cita escatológica de todos los pueblos en todos los tiempos, como foco de luz, centro de salvación. A ella correrán las naciones deseando disfrutar de la dicha en la paz del Señor, que será el Rey de todos los pueblos. Estamos invitados a ver también a la JERUSALÉN de nuestra vida, donde Dios actúa y es el Rey de nuestra vida.

San Pablo nos habla de la hora, no debemos entenderla como una hora cronológica, sino la hora como “kairós”, tiempo de gracia y salvación. Donde debemos tener en cuenta nuestros comportamientos morales que, en últimas, decidirán nuestra salvación o ruina.

Este texto fue el que convirtió a san Agustín (confesiones VII), impresionándolo tanto que decidió seguir al Señor, dejándolo todo, su vida pasada de pecado y libertinaje moral. El cristiano debe comportarse en este como tiempo intermedio entre la venida histórica de Cristo y la definitiva del Señor. Exigen de nosotros los bautizados a esta nueva vida un comportamiento digno y decoroso.

El contexto de la lectura está marcado por su acento escatológico que componen los capítulos 24 y 25 de Mateo, se refiere al cuando de la parusía, es la hora de salvación, desconocida, misteriosa, reveladora de algo mejor, grandes preguntas para todos: ¿vale la pena prepararnos para su venida? ¿Cómo me preparo en mi vida personal y comunitaria? Seguramente la comunidad mateana se hizo tales preguntas, esto indica que debemos tener una actitud activa, no pasiva, porque no conocemos la hora, pero que vendrá es una realidad que traspasa lo temporal y nos invita a la espera activa de la venida del Señor o la hora del Señor. No debemos esperar tanto su segunda venida en sentido escatológico, como quien dice cuándo será ese cuando, sino centrarnos hoy en su primera venida, en la historia, en su encarnación, para eso nos preparamos y toda la comunidad creyente de siempre. Lo cierto es que todos seremos juzgados, en un juicio dentro de la vida: Dios mide el corazón del hombre por dentro, el aquilata el corazón bondadoso y generoso. Parafraseando a san Juan Eudes, seamos el quinto evangelio escrito por dentro y por fuera, por dentro como el corazón de Jesús: “Manso y humilde”… “Tú eres el Dios de mi corazón, mi único Tesoro, solo a ti anhelo en el cielo y la tierra”… Y por fuera, su testimonio de vida, esto es que todos los pensamientos y actitudes nuestros estén alineados con el corazón de Jesús y su divina voluntad. En el Señor, no hay necesidad de juicios en tribunales, de abogados ni de juzgados, sino que el verdadero juicio sucede dentro del corazón de cada persona, nos realizamos o nos juzgamos y nos frustramos en la vida misma, pero con un sabor de comunidad, porque si actúo bien y mi corazón me dicta que hago las cosas bien, entonces saboreamos desde hoy la vida eterna deseándole a los demás el bienestar y no la frustración. Este tiempo está enmarcado entre la venida de Cristo y su manifestación gloriosa, es el tiempo reservado a convertirnos, a cambiar de vida, si así lo hacemos entonces hemos comprendido que este tiempo es concebido para vivir ya en la eternidad.

Por: Pbro. Wilson Javier Sossa López, cjm

Por: Pbro. Wilson Javier Sossa López, cjm

Sacerdote Eudista

 

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