El camino sinodal se desarrolla dentro de un contexto histórico caracterizado por cambios “epocales” de la sociedad y por una etapa crucial de la vida de la Iglesia, que no es posible ignorar.
La Iglesia de Dios es convocada en Sínodo. El camino, cuyo título es «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión», se iniciará solemnemente el 9-10 de octubre del 2021 en Roma y el 17 de octubre siguiente en cada Iglesia particular.
“No se trata de buscar que todos piensen como nosotros pensamos, sino buscar en el discernimiento, en la confrontación no en el enfrentamiento la fecundidad de la acción de la gracia para el bien de todos”.
La sinodalidad es ante todo una manera de ser y de operar de la Iglesia. No es un método más de hacer cosas o un programa.
Un “compromiso por caminar de forma fraterna, constructiva y crítica, de la mano de la Iglesia y del CELAM, en pos de una sociedad más justa y solidaria, más tendiente al bien común y una vida de fe en Jesucristo y en su redención”, es el deseo de la Organización de Universidades Católicas de América Latina y el Caribe (ODUCAL), que reúne a más de 100 instituciones de educación superior católicas.
“Joven, a ti te digo, levántate” es el título del mensaje que trae a la memoria dos acontecimientos de vital importancia para la Iglesia universal: El sínodo de los Obispos sobre el tema : los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional y la última Jornada Mundial de la Juventud efectuada en Panamá, frente a lo cual recuerda que ambos demuestran una dimensión esencial de la Iglesia: y es el caminar juntos.
El llamado a ser discípulo implica ser convocado para unirse íntimamente con Jesús (Cfr. DA 131).
Hay un creciente anhelo por crecer en la sinodalidad, pues significa caminar juntos corresponsablemente con el devenir de nuestra Iglesia.
El clericalismo no es un fenómeno nuevo en nuestra Iglesia de América Latina y El Caribe, más bien es una de sus deformaciones más fuertes, como lo afirma el Papa Francisco.
Muchos conocen muy poco de la fe cristiana porque en sus familias ya no se transmite, otros pertenecen a familias en las cuales los abuelos, y a veces los padres, practican todavía activamente la fe cristiana, pero los adolescentes y jóvenes ya viven con una gran indiferencia hacia ella, así como hacia cuestiones de religión en general.