Guías Homiléticas - XXXII DOMINGO ORDINARIO

2M 7, 1-2.9-14 / Sal 16, 1.5.6.8b y 15 / 2Ts 2, 16−3, 5 / Lc 20, 27-38
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06 NOVIEMBRE

Del santo Evangelio según san Lucas 20, 27-38

En aquel tiempo, se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y preguntaron a Jesús: “Maestro, Moisés nos dejó escrito: ‘Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y dé descendencia a su hermano’. Pues bien, había siete hermanos; el primero se casó y murió sin hijos. El segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron como mujer”. Jesús les dijo: “En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección. Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: ‘Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob’. No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para Él todos están vivos”. .

Palabra del Señor.

CREO EN LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS

Los saduceos, eran un grupo fundamentalista que no creía en la resurrección de los muertos. Ellos no creen en el progreso de las escrituras, por eso se estancaron en el tiempo y se cerraron a creer en la dinámica propia de la vida y la resurrección. Hoy en la práctica de muchas creencias se niegan a la vida eterna. El mundo del materialismo no puede aceptar la vida eterna porque no pueden admitir la vida después de la muerte. 

Pablo quiere que sus cristianos de Tesalónica, en Grecia, tengan, por una parte, consuelo en sus dificultades “un consuelo permanente”, porque ya se están esforzando en ser fieles a su fe: “Ya cumplen y seguirán cumpliendo todo lo que les hemos enseñado”. Pero, a la vez, les desea que Jesús les conceda fuerzas para lo que les espera: “Para toda clase de palabras y obras buenas… el Señor les dará fuerzas y les librará del malo… para que amen a Dios y esperen en Cristo”. Lo que ya se ha conseguido es pasado, pero hay que mirar al futuro: “Para que la Palabra de Dios siga el avance glorioso que comenzó entre nosotros”.

Los saduceos, pertenecientes a las clases altas de la sociedad, no creían en la otra vida ni en la resurrección. Son ellos quienes hacen a Jesús una pregunta-trampa manifiestamente exagerada, de ahí viene la expresión “trampa saducea”, sobre los siete hermanos que se casan sucesivamente con la misma mujer a medida que va muriendo el anterior sin dejar descendencia. Esto es lo que mandaba la “ley del levirato”. La pregunta es: cuando llegue la resurrección ¿de cuál de ellos será ella la mujer?

El tema de la resurrección de los muertos era un tema abierto dentro de los judíos de aquel tiempo. Por lo cual resulta lógico que se le hiciera esa pregunta en aquel tiempo. Los que le hacen la pregunta son los saduceos. Este grupo social estaba formado por gente de clase alta, poderosos cabezas de familia, y de entre ellos estaban los sumos sacerdotes. Este grupo, en concreto, no creía en la resurrección de los muertos, es como si dijéramos que vamos a misa pero no creemos o nos cuesta creer. Este día el tema central es la resurreción de los muertos en oposición con los saduceos que no pueden admitir la vida después de la muerte.  Este tema se va a convertir en un asunto controvertido de Jesús: comamos y bebamos hoy, como dice san Pablo, porque pareciera que todo termina con la vida física y todo termina en la misma.

Ellos, no eran muy bien visto por el pueblo, por su injusticia, o su forma de ver la vida, era un grupo que al parecer no le agradaba la ley ni la norma de la religión e incluso van en contra de eso. El trozo de este evangelio se compone de dos partes. En la primera los saduceos le presentan a Jesús un caso concreto que encerraba serias dificultades para creer en la resurrección de los muertos. El caso se basaba en la costumbre judía tal y como viene mandado por la Biblia (Ley del levirato Dt 25, 5-10), según esta ley tenía que garantizarse a todo varón la descendencia, así los padres podrían ver, al menos por medio de sus hijos, al mesías esperado. En la segunda parte la respuesta de Jesús. En esta respuesta también hay dos momentos diferentes: en el primero Jesús hace referencia al acto de casarse o no casarse en la “otra vida”, y con esto da respuesta al caso presentado por los saduceos. Y en el segundo momento Jesús afronta la respuesta sobre la resurrección de los muertos, basándose en una afirmación sincera y directa: hay resurrección porque Dios no puede dejar de ser el protector de las personas que ha escogido y amado. Cuando en todo este relato se habla de resurrección, no se habla de retorno a una vida como ahora tenemos (Lázaro), ni de que algo nuestro de la esencia, del ser, el alma, esto es un permanecer, más allá del tiempo y el espacio, de vida en Dios. Resucitar quiere decir que toda nuestra persona, cuerpo y alma, experimenta en Dios una transformación en la que el amor es la comunicación, y se convierten en experiencia total y definitiva. La resurrección, donde la vida es plena y permanente, las cuestiones relacionadas con el matrimonio y la procreación son irrelevantes ya que la relación básica es la de la filiación divina, quizá con la implicación de que los hombres y las mujeres se relacionan unos con otros como hermanos y hermanas. Es importante reconocer que somos hijos de Dios desde el día del bautismo y somos ciudadanos del cielo, no de la tierra ni de este mundo. Nuestra meta no está en las cosas, porque son mediaciones, sino en el cielo, no podemos medir con nuestros parámetros limitados la vida verdadera y eterna, porque es una realidad distinta, eso nos quiere señalar el evangelio hoy. Para llegar un día a decir como san Pablo en Ga 2, 20: “Ya no soy yo quien vive, sino es Cristo quien vive en mi”. Cristo es la vida verdadera, solo Él le da plenitud de vida a nuestra realidad espiritual. Si no cultivamos nuestra vida espiritual nos morimos en vida, como huesos secos, como lo dice el profeta Ezequiel 37, 1ss, para no ser seres inertes, sino seres vivos.

Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos. Quiere decir que Dios es vida, no muerte; todo lo relacionado con la muerte no es de Dios, porque Dios es vida que se revela en Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre. Porque Dios no creo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los vivientes, porque el Señor es quien ama la vida y tiene vida en nosotros y nosotros tenemos vida porque creemos en Él y la resurrección de los muertos.

  • CAMINO SINODAL

    ¿Qué pensamos nosotros como seres humanos respecto a la resurrección? Pensamos que es una continuidad de este mundo en otro mundo, donde nos reuniremos otra vez como familia, no es así, el texto mismo nos dice que es diversa, es novedad, es algo nuevo, esta enmarcada en la nueva creación, ya no se necesitarán maridos o esposas, ni hijos (as), nada es igual, nada es continuidad del presente, es muy diferente. Aunque continúe la existencia en su esencia del ser, es descubrir la novedad en la vida eterna. Mira cómo hago nuevas todas las cosas, donde Dios siempre es un Dios de sorpresas, y con ese Dios de sorpresas tú y tus compañeros/as lo vas a encontrar ahora en tu vida. Piensa en el caso presentado por los saduceos y en otros posibles casos que la gente de hoy también presenta en relación con la resurrección. Existen personas que cuestionan todo, pero debemos reconocer que no todo se acaba aquí en esta vida. Pensemos y reflexionemos sobre el evangelio en nuestra vida: ¿sabes confiar en el poderío de la vida que hay en Dios Padre para esta vida y la venidera? La vida de cada día demanda mucha constancia y preocupación, pero ¿te sabes mantener suficientemente libre haces en la vida aquello que te parece lo más importante? ¿Crees que Dios se complace y te ama muy personalmente, y que para ti tiene reservado un caudal ilimitado de vida y de felicidad? Dios te quiere en comunidad aquí, en esta vida, y en la resucitada.

Por: Pbro. Wilson Javier Sossa López, cjm

Por: Pbro. Wilson Javier Sossa López, cjm

Sacerdote Eudista

 

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