Guías Homiléticas -- XVIII DOMINGO ORDINARIO

Qo 1, 2; 2, 21-23 / Sal 89, 3-4.5-6.12-13.14 y 17 / Col 3, 1-5.9-11 / Lc 12, 13-21
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31 JULIO

Del santo Evangelio según san Lucas  12, 13-21

En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús: “Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia”. Él le dijo: “Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?”. Y les dijo: “Miren: guárdense de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes”.
Y les propuso una parábola: “Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y pensaba entre sí, diciéndose: ‘¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha’. Y se dijo: ‘Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente’. Pero Dios le dijo: ‘Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?’. Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios”.

Palabra del Señor.

EL VALOR DE SER LIBRE PARA AMAR A JESÚS: EL REINO DE DIOS EN PRIMER LUGAR

Hoy se pregunta: ¿para qué se nos dan lo medios (bienes materiales, cosas, cosecha, ganancia)? El mismo texto nos sitúa entre la generosidad o el avaro, entre los valores del tener cosas sobre las demás personas y la persona sobre todas las cosas, sobre lo más importante o lo menos importante en la vida. Ser rico a los ojos de Dios no es tener o acumular cosas, sino ser desprendidos como actitud y opción de vida de un verdadero discípulo del Señor: “No es rico el que más tiene, sino el que menos necesita”.

La expresión de la primera lectura: “Vaciedad de vaciedades” (vanidad de vanidades…), tiene un valor de superlativo (como Cantar de los Cantares). Podríamos traducir por el “total sin-sentido”. Donde la vida no tiene sentido porque se vive en el vacío de las personas, cosas y situaciones… Nos relata sobre lo limitado de la vida, hasta llegar al desengaño. De una fuerza destructora impresionante, y de un realismo que nadie puede contestar, esta reflexión sobre la inutilidad de nuestras utilidades llegará hasta el final del libro.

Este texto es propio de Lucas, no está en ningún texto más, pero es importante reconocer que Lucas nos sitúa en una catequesis de Jesús y una parábola, recordemos que el mensaje o la finalidad de una catequesis es una forma pedagógica de ser concretos ante una exigencia, y la parábola tiene una finalidad, comunicar el Reino de Dios y su voluntad en medio de situaciones normales de la vida. Estamos mirando, pero un pedazo de un todo mucho mayor. En el versículo 1 del capítulo 12 se nos dijo que Jesús estaba rodeado de una muy grande, y un tanto rebelde multitud. Mientras tanto, cuando una multitud de miles se habían reunido, para que se pisaran unos a otros, Jesús comenzó a hablar en primer lugar a sus discípulos (Lc 12, 1). A medida que continuamos para leer el capítulo 12, se puede ver que Jesús todavía estaba llevando a cabo sus enseñanzas en medio de una gran multitud. Así, en el versículo 41, Pedro le preguntó al Señor si Él estaba hablando a los discípulos o a la multitud en su conjunto.

Jesús advirtió a sus discípulos sobre el peligro de la hipocresía, la hipocresía de ellos al comportarse de manera diferente que la que se requería por ser discípulos. La audacia en la vivencia de un discipulado también está relacionada con el segmento siguiente (vv. 13-34), que trata de posesiones materiales, ya que sabemos que la audacia como discípulos en un ambiente hostil puede costar uno de sus bienes (cf. Hb 10, 32-34).

La cuestión aquí no es ser dueño de posesiones, sino que las posesiones sean dueñas de nosotros. Nadie puede servir a dos señores, porque terminará obedeciendo a uno y odiando al otro. La riqueza es un duro patrón que da poder, prestigio, autoridad… La persona que desea riquezas es tentada a dejar que la adquisición de cosas se convierta en su mayor prioridad. La persona que tiene riqueza es tentada a pasar su vida cuidándola y creciéndola. Todos somos tentados a creer que podemos encontrar seguridad en la riqueza. Fe en posesiones disminuye fe en Dios. Sin embargo, el problema no es el dinero, sino el amor al dinero (1Tm 6, 10). Jesús a menudo hablaba de dinero y posesiones.

Recordemos que el juez o partidor (viene del griego: meristen – partidor), Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia (v. 13). La ley de la Tora prescribe las leyes de herencia, y es de esperar que los rabíes interpreten Tora en casos específicos y que actúen como mediadores en disputas, pero Jesús no es juez, aunque responde con una pequeña catequesis y una parábola (que va dirigida no solo a quien pregunta sino a todos los presentes).

Deuteronomio 21, 17 manda que una doble porción de la herencia vaya al hijo primogénito. Si hay dos hijos, el mayor recibe dos tercios (67%), y el segundo un tercio (33%). Si hay tres hijos, el mayor recibe dos cuartos (50%), y los demás reciben un cuarto cada uno (25%). Si hay cuatro hijos, el mayor recibe dos quintos (40%) y los demás reciben un quinto cada uno (20%). Deuteronomio especifica que el cariño del padre hacia el primogénito o la falta de cariño hacia la esposa del primogénito no deben influir en la herencia.

En Números 36, 7-9 prohíbe la transferencia de herencias entre tribus. “El padre, siguiendo la antigua practica israelita de propiedad de familia, ha dejado su granja entera a sus dos hijos, pero el que le pregunta a Jesús clarifica su derecho a que la propiedad sea dividida. Esto implica que la relación entre este hombre y su hermano ha sido quebrada a causa del deseo de ser propietario independiente de su terreno”. No parece que este sea el hijo primogénito, porque un hijo primogénito se controlaría y, por tanto, no le haría falta la ayuda de Jesús.

Quiere aprovecharse de la autoridad moral de Jesús, busca usar la autoridad de Jesús para ganar el poder sobre su hermano en la disputa de su herencia. Hombre, ¿quién me puso por juez o partidor (griego: meristen – partidor) sobre ustedes? (v. 14). La respuesta de Jesús suena al lenguaje de Éxodo 2, 14, en el cual Moisés intentó terminar una lucha entre dos hebreos. Uno de ellos le preguntó a Moisés: ¿quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? Jesús puede decir que no tiene la autoridad para arbitrar en esta disputa, pero es más probable que esté cuestionando el derecho de este hombre al involucrarle en esta disputa. El interés propio de este hombre choca con el contexto en el que hace su pedido. Jesús ha estado enseñando a miles de personas (12,1).

Les advirtió de la hipocresía farisaica. Entre estas graves preocupaciones, el hombre interrumpe pidiendo ayuda con su herencia. Al hacer esto, revela que no ha oído las palabras de Jesús, y que solo se preocupa por su problema personal. Su interrupción es trivial cuando se compara con la enseñanza que interrumpe y, por eso, es inapropiada y desbarata la situación. Miren, y guárdense de toda avaricia (v. 15). Jesús, quien ve el corazón, ve avaricia en el corazón del hombre (v. 15). Jesús enseña sobre la verdadera vida de plenitud, vida de autorrealización y realización plena donde su preocupación no es solo para sí, sino para los demás, porque nadie tiene seguro el futuro, así se tengan todos los seguros de vida, o mejor diríamos seguros de muerte porque no es para sí mismo sino para los demás.

El hombre que trajo la queja ha fijado los ojos tanto sus en posesiones, que no ve nada más, porque no es capaz. Jesús le pide que se aleje un poco para poder ver por completo el conjunto de la vida, un ejercicio que pone las posesiones en perspectiva. El deseo de poseer cosas materiales probará ser insaciable y los sueños de una vida abundante nunca se cumplirán a través de la acumulación de tales excesos

LA FINALIDAD DE LOS BIENES ES PARA COMPARTIR

La heredad de un hombre rico había llevado mucho (v. 16). El hombre ya era rico antes de esta cosecha, y la cosecha simplemente aumenta su riqueza. Jesús relata una cosecha abundante –una cosecha que sobrepasa lo que el hombre invirtió en plantar y arar– una cosecha que es verdaderamente un regalo de Dios. Como veremos, la cosecha abundante hace surgir la pregunta de generosidad.  El hombre importante del Medio Oriente siempre tiene una comunidad a su alrededor. ¿Pero este hombre solo se puede dirigir a sí mismo?  Cosecha con honestidad. Derribaré mis graneros, y los edificaré mayores (v. 18). La abundancia de la cosecha excede las esperanzas del hombre rico.

Esto requiere rápidas decisiones en cuanto a dónde guardar o qué hacer con la cosecha. Jesús no pretende decir que el hombre ha llegado a donde está de manera deshonesta. No hay pruebas de que el hombre hubiera maltratado a su mano de obra o cosechado trigo de los campos de su vecino.

LA RAÍZ O LA CAUSA DEL PECADO

El ego, el yo. La primera indicación del problema está en el uso de la primera persona por parte del hombre. Pase por la parábola trazando círculos alrededor de las palabras Yo y mi para tener una idea del amor propio de este hombre. En la breve conversación que tiene él mismo, usa la palabra Yo seis veces y la palabra mi cinco veces. No considera dar una paga extra a su mano de obra ni hacer un proyecto de servicio para su comunidad. No ofrece ninguna palabra de agradecimiento a Dios por esta cosecha tan abundante. Su futuro no podría estar más asegurado. Ahora, lo único que tiene que hacer es disfrutar de su riqueza, y ese es su plan. Sin embargo, como veremos, su plan pronto se desvanecerá a los ojos de Jesús. Necio (v. 20). Cuando Dios se dirige al hombre como necio, indica la ceguera del hombre al juzgar las prioridades de la vida. El alma del hombre está en juicio. En este juicio las posesiones del hombre y su resumen social no llevan peso ninguno. Antes, Jesús advirtió: “Mas ¡ay de ustedes, ricos!, porque tienen su consuelo” (6, 24).

¿Quién tiene asegurado su futuro? Hay otro contraste interesante entre muchos años (v. 19) y esta noche (v. 20). Lo ridículo de la visión estrecha del granjero es aumentado por el contraste entre los muchos años de bienes que le quedan y las pocas horas que le quedan de vida. El hombre es ridículo porque ha olvidado el dicho, comamos y bebamos, porque mañana moriremos. El dicho se aplica estrictamente en este caso; morirá durante la noche que comenzará un nuevo día. Por tanto, su gran plan no vale nada, porque sus proyectos no son mis proyectos, su agenda o mejor su vida está siendo esclava de la sociedad de consumo, del mundo material y, sobre todo, su corazón está o se encuentra lleno de avaricia.

El pensar que alguien pudiera estar malgastando su riqueza sería de lo más doloroso. Sin embargo, cuando él o ella muere, sus planes empiezan a fallar. Testamentos y fundaciones filantrópicas solo proveen una protección mínima. A menudo, fortunas son gastadas de una manera en que su fundador nunca hubiera pensado o aprobado. Eventualmente, polillas y orín corrompen aún las posesiones más queridas.

EL PROBLEMA NO ES LA RIQEZA, SINO EL USO QUE LE DAMOS

El problema no es la riqueza del hombre sino su avaricia. Muchos son tentados a acumular dinero y acciones, y otros son tentados a malgastar su dinero. Sin embargo, la pobreza no lo hace inmune de la avaricia. Alguna gente pobre comparte generosamente con otros en necesidad, pero otros se guardan un pedazo de pan. “La pobreza beatificada en el Evangelio no es la carencia de lo necesario, sino la libertad interior del hombre ante las cosas. Carecer de lo necesario no es ser pobre según el Evangelio. Ser pobre según las bienaventuranzas es ser libre ante las riquezas, ante el mundo” (Siervo de Dios Rafael García Herreros, Cjm. Discurso en la Universidad de Antioquia, Mayo 1961). El problema no es la riqueza sino el egoísmo. Es completamente posible que una persona conduzca un Porsche y que sea generosa hacia los demás, mientras que otra conduzca un Ford y avariciosamente se guarde unas galletas e incluso prefiera que se dañen a compartirlas.

RICO EN DIOS, RICO A LOS OJOS DE DIOS

Debe significar estar agradecidos a Dios por nuestras bendiciones. Segundo, debe constar la responsabilidad hacia nuestros vecinos a quienes Dios nos ha encargado amar (10, 27) y a nuestro enemigo, a quien Dios también nos ha encargado amar (6, 27).

LA IDENTIDAD DE JESÚS

Jesús era un maestro, aunque infinitamente más un maestro que este hombre reconocido. Otros maestros podrían verse tentados a pronunciarse sobre estos casos, pero Jesús sabía que no era en el ámbito de su llamado o una tarea y, por tanto, de repente se negó la solicitud. Yo entiendo que cuando Jesús dijo: “El hombre, que me designó un juez o árbitro entre ustedes”, Él nos da un indicio de que el hermano también estuvo presente. Jesús vendría, la segunda vez, para actuar como juez, pero esto fue más tarde. El hombre no estaba mirando a Jesús como el Mesías, sino solo como un maestro y Jesús no concedería su petición de bronce. Él pudo haber conseguido el suelo, pero él no recibió su solicitud. Lo que conseguimos fue mucho más de lo pedido, pero ciertamente lo que se merecía.

Creo que la historia en sí revela varios “tontos” elementos en el pensamiento de este hombre y sus acciones.

ACCIONES DE LOS PERSONAJES EN EL TEXTO

El rico insensato era tonto al no reconocer que su riqueza había venido. No hay evidencia en la historia que este hombre era particularmente inteligente, bueno en su trabajo, o que era un gran trabajador. El hombre aparentemente no debería haber tenido el mérito de su riqueza. Jesús tuvo el cuidado de decirnos que el hombre de la tierra había producido una gran cosecha. Vamos hacerle frente. Buena tierra produce buenas cosechas. Tierra mala produce malas cosechas. Y más allá de esto, Dios da las cosechas abundantes. Esto es precisamente lo que Dios prometido en el Pacto Mosaico (cf. Dt 28, 1-14). El rico insensato no parece reconocer la fuente de su prosperidad. De hecho, desde lo que nos dicen, el tonto rico tenía ningún respeto por Dios en todo.

El rico insensato cometió un error en su comprensión del propósito de la riqueza. Si el rico insensato no se dio cuenta que su riqueza viene de Dios, tampoco entiende lo que iba a hacer con él. Pensó que la riqueza era para almacenar y guardar, en lugar de usar. Asimismo, considera que la riqueza, cuando se iba a utilizar era para su propia comodidad y facilidad. No lo hizo, como la Ley del Antiguo Testamento había enseñado, ver a su riqueza como la ocasión para alabar a Dios, y como el medio por el que podían ofrecer sacrificios y ofrendas, tanto obligatorias como voluntarias. Ni es lo que vio su fortuna como Dios les ha dado la posibilidad para entregar a otros, tanto por dar y con la cesión a los necesitados. Nunca se le ocurrió al rico insensato que cuando sus graneros no podía sostener más, podría haber dado algo de su riqueza de distancia.

El rico insensato era una tontería en la que vio sus pertenencias como su seguridad, y como la base para que deje de ser productivo. Al parecer, las palabras de este hombre que no solo planeaba retirarse, pero que planeaba una jubilación anticipada. Su riqueza, podríamos decir, fue su “seguridad social”, “seguro de vida”, “tengo plata”… pensemos un momento en que nosotros hemos querido llenar nuestro vacío del corazón con plata o comparando cosas materiales o compañía con dinero.

Lo entendemos en relación a que iba a estar a gusto una vez que sus graneros más grandes fueron construidos y sus cultivos fueron almacenados con seguridad en el interior, junto con sus bienes. Él tiene la intención de “tirar la toalla”, “colgar los pantalones de trabajo” y retirarse a la mecedora, lo decimos o por lo menos lo pensamos a diario: “Quisiera estar en una playa, tomando una  cerveza y rascándome el ombligo” y pensamos que eso es lo mejor o que eso nos da paz, pero lo que realmente da paz es hacer algo por alguien, es ejercer un voluntariado, lo dice la madre Teresa de Calcuta: “Si no se vive para los demás, la vida carece de sentido” o el Siervo de Dios Rafael García Herreros: “Debemos hacer una pausa en nuestra vida, para no dejarnos atropellar ciegamente de las cosas y ahogarnos sin pensar a dónde marchamos y de dónde venimos. Nuestra vida es tremendamente más importante que las cosas que nos rodean y nos distraen (Siervo de Dios Rafael García Herreros, hermano de los hombres, 2013, P. 90). Él está mirando adelante a comer y beber lo mejor y en el disfrute de todas las cosas para el resto de su vida.

El rico insensato era tonto en su presunción. El hombre rico supone dos cosas sobre el futuro, tanto que eran falsas. En primer lugar, suponía que iba a poseer su riqueza en el futuro. En segundo lugar, se presume que estaría vivo en el futuro, para disfrutar de sus bienes. Ambas presunciones resultaron ser falsas cuando su vida se le pedía esa misma noche. Alguien más tiene sus posesiones, y él no vivió para disfrutar de lo que había almacenado.

EN CAMINO SINODAL

Jesús no se apartó de su vocación ni de su tarea. Jesús se negó a actuar como un juez o un árbitro entre estos dos hermanos, no porque Él era incapaz de hacerlo, sino porque no era su vocación. Jesús le da una lección de vida, le da una enseñanza, lo bueno es que se centra en principios, más que en datos, en el camino sinodal es como no las sabemos todas, debemos aprender y reconocer los errores del pasado para sacar grandes aprendizajes para el futuro.

Jesús se centró en el problema de fondo, el “corazón” de la cuestión, que fue la codicia, y enseñó un principio, que cubría la avaricia. Jesús enseña a través de una parábola para tocar el corazón de este hombre (no juzga su manera de pensar) y así sacar una enseñanza sobre el buen uso de los bienes materiales para una finalidad superior al uso propio: solidaridad para todos. El Siervo de Dios Rafael García Herreros, tenía claro que la única manera de erradicar la pobreza era erradicando la pobreza del corazón del hombre, las injusticias sociales en todos los niveles y estratos. 

La crisis en la transmisión de la fe se da en el pueblo, ahora estamos ante una realidad, la “aldea global” (internet, las redes… pensemos en las noticias que escuchamos todos los días, eso influye en las personas, a veces negativamente, pero no debemos dejarnos llevar por esto, porque la paz se construye desde las acciones buenas de muchas personas que trabajan en silencio por el bien del “otro”, mi hermano el hombre). Respecto a la escuela se habla de laicidad y “emergencia educativa” y en la familia se halla perdida y desbordada en muchas actividades que distraen, alegran el momento, pero se pierde la verdadera formación espiritual e incluso el verdadero fundamento de la vida espiritual: la fe. El fin del cristianismo sociológico puede ser el inicio del cristianismo de la gracia y de la libertad verdadera: la libertad del corazón y de las cosas materiales. “Nuestra vida es mucho más importante que las cosas que nos rodean” (Siervo de Dios Rafael García Herreros, Cjm, hermano de los hombres, 1993. P. 90).

Por: Pbro. Wilson Javier Sossa López, cjm

Por: Pbro. Wilson Javier Sossa López, cjm

Sacerdote Eudista

 

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