11 julioXV Domingo OrdinarioAm 7, 12-15 / Sal 84 / Ef 1, 3-14 / Mc 6, 7-13
Del Evangelio según san Marcos

En cierta ocasión, llamó Jesús a los Doce y empezó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus malignos. Les encargo que no llevaran nada por el camino, fuera de un bastón; que no llevaran pan, provisiones, ni dinero. Que podían llevar sandalias, pero que no llevaran dos túnicas.

Palabra del Señor

Amós es, cronológicamente, el primero de los profetas escritores (o profetas con libro propio). Su breve intervención tiene lugar en la segunda mitad del siglo VIII a. C., época que podría ser catalogada como económicamente prospera y religiosamente practicante; pero la profunda visión del profeta denunciará las graves injusticias con creciente dificultad entre ricos y pobres, y la falsa religiosidad de un culto que no hace surgir o mejor aún no haced fluir “como el agua el juicio, la justicia como arroyo perenne” (Am 5, 24).

El pastor es llamado a profetizar, no duda en dejar su rebaño y su ciudad, una clave de lectura hoy es el desapego, el dejarse llevar por el Señor en medio de circunstancias difíciles, él siempre está ahí para guiar a su pueblo. Amós es pastor, abandona Tecoa y ejerce su misión en Israel, en medio de dos circunstancias difíciles: la injusticia y el culto vacío de Amasías a favor de intereses propios y del estado. El doble interés de nuestro envío es personal y social en defensa de la vida y a favor del verdadero culto, un padre de la Iglesia nos dice “la gloria de Dios es el hombre vivo” (San Ireneo) y la sociedad e incluso organizaciones deben defender el respeto y el derecho por la vida.

Enviados a evangelizar

Del mensaje de hoy podemos considerar cinco indicaciones que Jesús da a sus discípulos, ellos son enviados a evangelizar por todas partes, este envío misionero tiene que ver con el propósito de nuestra Iglesia misionera. Convocar, es una acción de Jesús, él al convocar a los doce para enviarlos a la misión. ¿Quiénes son los convocados? ¿Solo convocó a los Doce? ¿Cómo comenzó a enviarlos de dos en dos? ¿Por qué va dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos? Jesús convoca a los Doce como había hecho antes con los que iban a constituir el grupo (Mc 3,13), pero no les encarga proclamar (cf. Mc 3,14) lo que no han asimilado todavía. Toda labor de proclamación hecha por estos individuos falsearía el mensaje. Lo que hace es enviarlos de dos en dos, como los había llamado al principio (Mc 1,16-21a). Como en aquel pasaje, ir de dos en dos implica la afirmación de la igualdad y excluye la subordinación de uno a otro; es, además, testimonio de ayuda y solidaridad mutuas. Muchos comentaristas dicen que esto da capacidad de vivir o estilo de vida comunitaria, recordemos las comunidades cristianas, las comunidades religiosas o sociedades de vida apostólica, entre otras organizaciones. Tampoco les confiere «autoridad para expulsar los demonios» (Mc 3,15), sino solamente autoridad sobre los espíritus inmundos, para dominarlos, sin atribuirlos a otros individuos ni mencionar expulsión alguna. Parece referirse a los mismos enviados; son ellos los que tienen que tener a raya su fanatismo judaizante, que sería un obstáculo insuperable para el trato con la gente. Jesús les hace posible acercarse a todo hombre sin pretensiones de superioridad.

Jesús da la orden de no llevar nada para el camino excepto lo indispensable: “Les ordenó que no cogiesen nada para el camino, excepto sólo un bastón: ni pan, ni alforja, ni dinero en la faja; «calzaos sandalias, pero no os pongáis dos túnicas”. Les da a continuación minuciosas instrucciones sobre el modo como deben comportarse: no deben llevar provisiones (pan), tampoco una alforja, propia de los mendigos, para guardar lo que pudieran recibir por el camino; tampoco dinero, que les daría la seguridad de no quedarse desprovistos en caso de no recibir nada. Por una parte, el despego del dinero permite la libertad; por otra, la confianza en los hombres es la traducción en la conducta del mensaje de la fraternidad.

Testimonio de Igualdad

Jesús los envía, pues, para que, con su modo de proceder, den un testimonio de igualdad entre los hombres (de dos en dos); al mismo tiempo, la carencia de provisiones y dinero debe mostrar a todos que esperan solidaridad humana y que confían en la gente; pero que no van a aprovecharse de la solidaridad ajena, pues no van a pedir limosna ni a aceptar nada para guardarlo (ni alforja); no van a presentarse como mendigos, sino con plena dignidad. Pero, al ser dependientes de la buena voluntad de los demás, se elimina toda posible pretensión de superioridad. El bastón y las sandalias eran imprescindibles para los viajes largos; eso sí deben llevarlo. Por el contrario, llevar puestas dos túnicas era señal de riqueza, por eso no deben hacerlo. El vestido refleja la clase social a la que se pertenece; ellos deben estar al nivel de la gente modesta o pobre. Igualdad, solidaridad humana, confianza mutua, dignidad, carencia total de ambición, sencillez en el vestir: tal es el mensaje que han de transmitir con su modo de proceder. Puede verse ya el propósito de Jesús con este envío de los Doce; al no poder convencerlos con su ejemplo y palabra, quiere ponerlos en contacto con hombres de otros pueblos, para que sea la experiencia lo que les haga cambiar de mentalidad. Es una especie de terapia de choque. No los envía a predicar, sino a aprender por el contacto humano. No señala duración ni traza itinerario para el viaje, pero, desde luego, no lo limita al pueblo judío. Deberán convencerse de que la frontera entre la bondad y la maldad humana no coincide con la frontera étnica de Israel.

El hospedaje es propio de la amabilidad, la solidaridad, la acogida y la apertura misionera: «Dondequiera que os alojéis en una casa, quedaos en ella hasta que os vayáis de allí». Añade después Jesús otras instrucciones sobre el contacto con la gente que van a encontrar y cuál ha de ser su reacción según la acogida que reciban. No menciona el ir a las sinagogas, institución judía, lo que sería contrario a la finalidad del envío. Menciona solamente «el lugar» y «la casa / familia», que pueden encontrarse en cualquier país. Han de aceptar la hospitalidad que se les ofrece, sin cambiar de casa, para no desairar la buena voluntad de la gente ni afrentar la hospitalidad ofrecida. No tienen que informarse sobre quién los acoge; deben aceptar lo que les ofrecen sin mostrarse reacios a los usos del lugar. Para los Doce, el nuevo Israel, esta instrucción implica un cambio radical de mentalidad: entrar en casa de paganos, despreciados por los judíos, y depender de ellos para la supervivencia. Jesús pretende que olviden su identidad judía para colocarse en el plano de la humanidad.

La libertad de acoger su Palabra o de rechazarla «Y si un lugar no os acoge, ni os escuchan, marchaos de allí y sacudíos el polvo de los pies, como prueba contra ellos». Puede darse el caso de que un grupo humano (un lugar) se niegue a aceptar la presencia de los enviados. El rechazo delata una postura xenófoba: lo que viene de fuera no tiene nada que aportarnos. Se expresa de dos maneras: la falta de solidaridad (no os acoge) y la cerrazón completa al diálogo o a la comunicación humana (ni os escuchan). Han erigido una barrera que impide el acercamiento entre los hombres. Es lo mismo que hacían los judíos con los que no pertenecían a su nación. Si eso sucede, deben abandonar el lugar, pero, al marcharse, tienen que hacer un gesto de acusación, el que hacían los judíos al salir de tierra pagana; ahora significa que los verdaderos paganos, los que no conocen al verdadero Dios, son los que se oponen a la igualdad y solidaridad humanas: ser pagano no se define por las creencias, sino por el modo de actuar; lo es quien no refleja en su conducta el amor universal de Dios.

El contenido de la predicación “Ellos se fueron y se pusieron a predicar que se enmendaran”. Recibidas las instrucciones, los Doce se ponen en marcha. No se precisa adónde van ni cuánto dura el viaje. Pero la actividad que desarrollan no coincide en absoluto con la encargada por Jesús. En primer lugar, se dedican a «proclamar», exhortando a la enmienda, de lo que Jesús no ha hecho mención; es decir, hacen suyo el mensaje del Bautista al pueblo judío (1,4), exhortando a un cambio individual, sin proponer un ideal alternativo de sociedad; para Jesús, la enmienda era solamente condición para construir la sociedad nueva o reino de Dios (1,15).

Aporte pastoral

“La Iglesia, tiene una misión de verdad que cumplir en todo tiempo y circunstancia en favor de una sociedad a medida del hombre, de su dignidad y de su vocación. Sin verdad se cae en una visión empirista y escéptica de la vida, incapaz de elevarse sobre la praxis, porque no está interesada en tomar en consideración los valores —a veces ni siquiera el significado— con los cuales juzgarla y orientarla. La fidelidad al hombre exige la fidelidad a la verdad, que es la única garantía de libertad (cf. Jn 8,32) y de la posibilidad de un desarrollo humano integral.” (Cfr. Benedicto XIV, Carta encíclica Caritas in veritate ). “La actitud del Señor es totalmente la contraria, es el polo opuesto. Dios nunca es indiferente. La esencia de Dios es la misericordia, que no trata solo de ver y conmoverse, sino de responder con la acción. Dios sabe, siente y viene corriendo a buscarnos. No solo nos espera, sale a nuestro encuentro. Siempre que haya una respuesta en el mundo que sea inmediata, cercana, cariñosa, preocupada, que ofrezca una respuesta, ahí está presente el Espíritu de Dios.” (Papa Francisco, Soñemos Juntos, El Camino A Un Futuro Mejor, Conversaciones con Austen Ivereigh, Grupo Editorial, S. A. U., Barcelona, P. 21)

Por: Pbro. Wilson Javier Sossa López, cjm 
Sacerdote Eudista

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