Guías Homiléticas
 28 noviembre / I Domingo de Adviento
/ Jr 33, 14-16 / Sal 24 / 1Ts 3, 12–4, 2 / Lc 21, 25-28.34-367 
Del Evangelio según san Lucas

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad.
Cuando empiece a suceder esto, levántense, alcen la cabeza: se acerca su liberación.
Tengan cuidado: no se les embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se les eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estén siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manténganse en pie ante el Hijo del hombre”.

Palabra del Señor

Comenzamos un tiempo nuevo. El profeta que nos acompañará en este día es Jeremías con su fuerte llamado. En aquel tiempo existían circunstancias difíciles -como todos los tiempos- pero hoy lo leemos con un toque de esperanza porque aún en medio de dificultades el Señor está con su pueblo.

En el proceso del Sínodo que vive nuestra Iglesia tenemos que ser como Jeremías, anunciar que el centro de la vida es el Señor y que Él es el tronco de David. La Iglesia en esta etapa primera de sinodalidad quiere ser esa voz de esperanza ante las injusticias de los que han perdido su tierra, la voz de los más necesitados, la voz de los que no tiene voz y no pueden tener voz, porque no los dejan expresarse libremente.

La comunidad de Tesalónica es muy importante para Pablo, incluso es motivo de alegrías y esperanzas, los sin-sabores de la vida seguirán dándose en la comunidad, pero lo que se quiere destacar es que la mirada es hacia adelante, dónde Pablo, tiene como meta un programa o un proyecto de vida hasta el final.

El evangelio de san Lucas es un discurso escatológico que nos presenta los símbolos de la esperanza. Lo especial que está sucediendo está orientado a preparar los corazones al tiempo litúrgico del adviento, como un tiempo de espera, pero es una espera gozosa, acompañada de signos y símbolos propios de este tiempo.

¿Qué esperamos nosotros los cristianos?

Empecemos por lo que no esperamos. No esperamos la venida de Jesús porque ya vino al mundo en el misterio de la encarnación. Tampoco esperamos su venida actual porque cada día viene a nosotros en la historia y en los sacramentos.

Esperamos a Jesús en su venida definitiva: ¿Cuándo? No sabemos ni el día, ni la hora. ¿Cómo será esa venida? Tampoco tenemos información al respecto. Pero el Evangelio nos ofrece un camino que nos conducirá a su encuentro: proteger a los débiles, dar vestido al necesitado, propiciar la paz en las comunidades.

¿Cuáles son los pasos sinodales para esperar su venida en el hoy de nuestras realidades en la Iglesia?

1) Alzar la cabeza

Se acerca la liberación de su pueblo, ante tantas noticias negativas de algunas personas laicos y sacerdotes, no podemos dejarnos vencer por la desesperanza del mundo y de las cosas. Una Iglesia libre y liberada, una vida y comunidad liberada de la esclavitud, de las persecuciones emprendidas por los judíos y autoridades romanas en el inicio del mismo cristianismo, así como hoy que nos quieres callar la voz para no defender las causas fundamentales de la vida. Liberarnos de las restricciones oprimentes del judaísmo y sus leyes farisaicas. A veces nos cuesta liberarnos del apego a la ley. Cuando se expresa: “levanten las manos que ha llegado la liberación”, es la expresión levanten las cabezas, no podemos mirar abajo: Galileos que hacen mirando al cielo (Hch 1,10), si somos ciudadanos en la tierra, debemos enfrentarnos con la historia, pero con fe, con nuestras fragilidades pero con la gracia que nos sostiene, con las manos levantadas porque ofrecemos nuestra vida y corazón al Señor, pero con los pies en la tierra porque estamos ante las mismas realidades de cada día, la historia, el mundo, la tentación… pero siempre confiados que se acerca la liberación, esto es la nueva alianza donde se instaura el reino de Dios o se recuperara el reino de Dios y su justicia por las etnias no judías.

2)  El camino de la Justicia.

La conversión es cuando un seguidor de Cristo no deja desviar su corazón del propósito de su vida, no se deja empujar por los vicios y placeres que llevan al mal camino, ahí que estar siempre en guardia, la Iglesia hoy en día no debe estar sin preocupación por las realidades que alejan el corazón del Señor. ¿Qué aleja al cristiano del Señor? Los desordenes, la indiferencia, el desenfocarse de la vida del Señor. Todo esto debemos tenerlo en cuenta en nuestro caminar en la fe como católicos. Seguro que los retos son muchos pero debemos empezar a escuchar la voz de Dios en la palabra y luchar por la justicia, el reino de Dios como camino y propuesta sinodal.

3)  Nadie está exento de nada.

Flavio Josefo, nos habla de la revuelta judía en los años 70 que finalmente llevo a la destrucción de Jerusalén y su templo. Esto nos hace pensar que nada ni nadie está exento del fracaso o de la ruina. Hoy hablamos de la ruina económica por malas decisiones, o de la crisis matrimonial porque el amor se evaporó, de la crisis de la fe, porque nos cuesta creer en Dios, la crisis institucional se vive no solo en la Iglesia como institución, sino en todos los ámbitos tradicionales. Hoy las personas, los jóvenes quieren algo nuevo, es un momento bello donde sabemos que la misma fe en Jesús puede proponer algo nuevo, distinto, “yo hago nuevas todas las cosas”, si se hacen grandes obras y templos, se hacen magnificas construcciones, así mismo se pueden irse abajo, todo de un momento a otro, debemos saber que nuestra fe no está en lo externo, ni en las grandes construcciones, nuestra fe es la que nos da la capacidad de levantarnos y seguir al señor Jesús, este proceso sinodal es un momento único que tenemos hoy para que las personas vean profundos cambios necesarios a la luz de los signos de los tiempos y dejarnos renovar y guiar siempre por la luz del Espíritu Santo.

APORTE PASTORAL:

Como propuesta pastoral para la reflexión presento este párrafo de la Constitución Lumen Gentium de Concilio Vaticano II.

“La congregación de todos los creyentes que miran a Jesús como autor de la salvación y principio de la unidad y de la paz, es la iglesia convocada y constituida por Dios, para que sea para todos y cada uno sacramento visible de esta unidad salvífica. Rebasando todos los límites de tiempos y de lugares, entra en la historia de la humana para extenderse a todas las naciones. Caminando, pues, la Iglesia a través de los peligros y de las tribulaciones, de tal forma se ve confortada por la fuerza de la gracia de Dios que el Señor le prometió, que en la debilidad de la carne no pierde su fidelidad absoluta, sino que persevera cual digna esposa de su Señor, y no deja de renovarse a sí misma bajo la acción del Espíritu Santo, hasta que por la cruz llegue a la luz sin ocaso”.

Por: Pbro. Wilson Javier Sossa López, cjm 
Sacerdote Eudista

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