Sacerdotes, religiosos y religiosas y fieles laicos, se reunieron para recordar con gratitud al beato Santiago Alberione, hombre elegido por Dios como instrumento a través del cual se fundaron los diversos institutos a los que pertenecen.
La celebración se abrió con una procesión con el relicario en el que reposan los restos mortales de este hombre a quien el Papa Juan Pablo II llamó “auténtico profeta de la nueva evangelización”. Este relicario, antiguamente guardado en la sotocripta de la Basilica Maria Reina de los Apostoles en Roma, ahora permanecerá en la iglesia principal donde será accesible a todos.
Alberione más cerca de la gente
El cardenal Angelo de Donatis, que presidió la celebración, abrió su homilía diciendo que no quiso ocultar su emoción al ser invitado a presidir la celebración. También expresó su satisfacción por el traslado de los restos del Beato Santiago Alberione, “para que esté más cerca de la gente”.
Luego expresó una invitación a todos los reunidos para que alcen la mirada con él para “contemplar la Iglesia celestial … la iglesia de los mártires, confesores, vírgenes y pastores, la iglesia de tantos bautizados” que con su santidad oculta permitieron al Espíritu Santo para caminar sobre la tierra.
Bienaventurados los pobres de espíritu
El cardenal afirmó que la primera bienaventuranza, “Bienaventurados los pobres de espíritu”, es la única condición necesaria para acoger un nuevo Pentecostés. Recordó a los discípulos de Alberione que el mismo Alberione creía que la santificación de la mente podía lograrse practicando esta bienaventuranza, haciendo posible así la vivencia de todo el Evangelio.
Pobreza: secreto del éxito
Mientras enfrentamos varias crisis “menos vocaciones, miembros envejecidos, cambios en el mundo de la comunicación, falta de esperanza, la pandemia” la pobreza se nos está imponiendo, continuó el Cardenal. Esto, sin embargo, “no es pobreza evangélica”. La pobreza evangélica es un “horizonte, una condición favorable, un secreto de éxito que el Beato Santiago Alberione entendió como sólo los santos pueden entender”. Este secreto, como lo expresa Alberione, es que todo debe “partir de la pobreza de Belén”.
“A menudo preguntamos qué significa esto”, prosiguió el cardenal. En pocas palabras, es reconocer con las multitudes presentadas en el capítulo 7 del Libro de Apocalipsis que “la salvación pertenece a nuestro Dios y al Cordero”. Es una confesión, reconocer esta realidad escondida detrás del tapiz de la salvación…. Saber reconocer que solo Dios salva, crea, realiza las cosas ”.
Los verdaderos creyentes confían únicamente en Dios
Por otro lado, el mundo nos tienta constantemente a “salvarnos a nosotros mismos, a nuestros institutos, a nuestras parroquias”, de la misma manera que Jesús fue desafiado a salvarse a sí mismo bajándose en la cruz. Salvarnos sin Dios es una de las mayores tentaciones y engaños de todos los tiempos, dijo. Muchos quieren hacer la obra de Dios sin depender de su providencia. El creyente, en cambio, es el que deja de buscar soluciones cómodas y se basa únicamente en la providencia de Dios, el que vive de recibir.
El objetivo es convertirnos en santos
El cardenal de Donatis concluyó su homilía recordando a los presentes que perder el objetivo confundiendo los medios con el fin es otra gran tentación contra la pobreza evangélica. Recordó cómo el Beato Santiago Alberione deseaba que sus hijos e hijas no solo escribieran sobre otros que se convirtieron en santos, sino que ellos mismos se convirtieran en santos. “No olvidemos que nuestro objetivo principal es convertirnos en santos”, dijo. Más que alcanzar una competencia profesional cada vez mayor, lo que se necesita es la santificación de nuestra mentalidad permaneciendo en la Palabra y en la oración diaria, para que, como el beato Alberione, seamos capaces de discernir los signos de los tiempos “según la sabiduría divina”.
Por: Hna. B Bernadette M Reis, fsp Tomado de Vaticannews.va
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