Guías Homiléticas
 21 noviembre / Cristo Rey
/ Dn 7, 13-14 / Sal 92 / Ap 1, 5-8 / Jn 18, 33b-37 
Del Evangelio según san Juan

En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús: “¿Eres tú el rey de los judíos?”. Jesús le contestó: “¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?”. Pilato replicó: “¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?”. Jesús le contestó: “Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi Reino no es de aquí”. Pilato le dijo: “Conque, ¿tú eres rey?”. Jesús le contestó: “Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz”.

Palabra del Señor

Este Domingo, la Iglesia cierra el ciclo litúrgico al celebrar a Cristo Rey. El evangelio presenta el juicio que llevó a Jesús a su muerte. En la reforma litúrgica mandada por el Concilio Vaticano II, se ubicó esta fiesta como coronación del año litúrgico porque ella recapitula el misterio de Cristo que se contempla en todos sus aspectos durante el año. Esta fiesta es significativa con la que concluimos el año, antes se celebraba el último domingo de octubre, desde el año 1925 en que la instituyó el papa Pío XI. Pero en la reforma de Pablo VI, el 1969, se trasladó al último domingo del año cristiano, el domingo 34 del Tiempo Ordinario.

Mi reino no es de este mundo.

El reino de Jesús no está en el poder de este mundo, ni el gobierno de este mundo está en el débil, el sufrido, su humanidad, en donde se revela el reino verdadero, en su humanidad Cristo reina desde tres lugares o dimensiones:

a) La encarnación

En el momento que fue concebido desde el vientre de la Virgen María: Jesús es rey desde la humildad, para vencer el orgullo. Reina con poder porque los ángeles le adoran y toda la humanidad lo va a adorar, desde un pesebre, desde su humanidad que trasforma el corazón del hombre, así sea el hombre más soberbio del mundo.

b) La cruz y la mirada hacia la cena de Jesús.

Es el segundo reinado de misericordia del poder de Dios, que derrama su sangre por lo humanidad, poder de Dios no está en las armas, ni el dinero, está en su amor, en su abajamiento total en la muerte en forma de cruz. ¿Se puede ejercer el reinado desde un fracaso de cruz? Aunque nos cuestionemos sobre esto, reconocer que es el poder de la misericordia, somos salvados y redimidos a través de su crucifixión. La cruz y la mirada hacia la cena de Jesús, debe ser una mirada llena de amor por la humanidad, es el ofrecimiento de la vida por la humanidad, la muchedumbre y por la remisión de los pecados y será sellada la alianza en la sangre del cordero. La cruz, es el momento pleno del sacrificio de Cristo. ¿Dónde se anunció este sacrificio? En la ultima cena. Por tanto, el contenido de la Eucaristía está en la pasión gloriosa y no en la cena que lo anticipa. La eucaristía es el memorial del sacrificio de Cristo y no directamente en su institución de la última cena.

c) El altar.

Es el ara de Cristo. Ejerce el poder del amor de su sangre es un reinado desde el altar, desde la Eucaristía, reina de amor instaurado en la vida de toda la Iglesia, impregnado en el amor que se dona en nuestras familias.

Los tres altares de nuestra vida son el principal el altar donde celebramos la eucaristía, la cama donde permanecemos la mayoría del tiempo y de nuestra vida y el comedor lugar donde fraternizamos y compartimos en familia.

El primero de los altares es el de la Eucaristía, centro de la vida cristiana, en que Cristo sacrifica su vida por nuestra salvación. La cena de Jesús en el contexto institucional y ritual lo recuerda la tradición. El gesto deberá repetirse encontexto de fraternidad que imita ritualmente la cena del Señor. 

En nuestra experiencia, el asistir a la eucaristía domingo a domingo nos ayuda  a reconciliarnos, querernos, vencer las muertes diarias, sostenernos en la angustia y dar consuelo a las tristezas, pudiendo darle sentido al sufrimiento. Es, en definitiva, el alimento que nos nutre semana a semana.

El segundo altar es la cama, donde permanecemos la mayoría de nuestra vida, en el caso de la cama matrimonial, es el lugar donde se sitúa el sacramento del matrimonio y se da la vida a los nuevos hijos de Dios. De este hemos aprendido que es muy importante mantener la pieza matrimonial como un lugar que tiene una dignidad especial,  que  debe  ser  respetado  tanto  por los  cónyuges  como  los  hijos.  Asimismo, tiene que apuntar a ser un espacio de intimidad que favorezca el diálogo, la reconciliación y una sexualidad abierta a la vida en una paternidad responsable, siempre en discernimiento con la ayuda de la oración y los sacramentos. Es así que se da la donación entre los esposos y que se perpetúa luego en la donación a los hijos.

El  tercer  altar  es  la  mesa  del  comedor, donde la familia come unida, se agradece a Dios por todos sus dones, se conversan y discuten los temas importantes y banales, y se celebra. En síntesis, es el lugar en que se da un espacio de comunión entre padres e hijos.

Es afirmar en últimas que nuestra fe y confianza en ti crece día a día. Gracias Señor por todas las bendiciones que recibimos en cada momento de nuestras vidas.

“Te damos gracias en todo tiempo y lugar oh Señor Santo, Padre todopoderoso y eterno Dios! Que a tu Unigénito Hijo y Señor nuestro Jesucristo, Sacerdote eterno y Rey del universo, le ungiste con óleo de júbilo, para que, ofreciéndose a Sí mismo en el ara de la Cruz, como Hostia inmaculada y pacífica, consumase el misterio de la humana redención; y sometidas a su imperio todas las criaturas, entregase a tu inmensa Majestad su Reino eterno y universal: Reino de verdad y de vida; Reino de santidad y de gracia; Reino de justicia, de amor y de paz” (Del Prefacio de Cristo Rey)

Aporte pastoral

Oh señor JESÚS Hoy ante ti Queremos expresarte nuestros sentimientos de amor, Esperanza y confianza en ti. Tú eres quien nos guía y nos llenas de fuerzas para amarte. Eres la luz que ilumina nuestros pasos. Eres el camino que nos hace felices. Eres el resplandor que ilumina nuestros sentimientos. Eres el respeto que debemos imitar. Eres DIOS hecho hombre que te has dado a nosotros y por nosotros Eres el REY de reyes, EL SEÑOR de señores. Por eso muy agradecidos queremos decirte:

“Señor Jesús, que seas todo en la tierra como lo eres todo en el cielo. Que lo seas todo en todas las cosas. Vive y reina en nosotros en forma total y absoluta, para que podamos decir siempre: ¡Jesús es todo en todas las cosas! ¡Queremos Señor Jesús que vivas y reines sobre nosotros! Dios de poder y de misericordia, quebranta en nosotros cuanto a ti se opone. Y con la fuerza de tu brazo toma posesión de nuestros corazones y nuestros cuerpos, para que empieces en ellos el Reino de tu amor. Amén”. (San Juan Eudes)

Por: Pbro. Wilson Javier Sossa López, cjm 
Sacerdote Eudista

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