Aceptar a Jesús significa actualizar su obra de liberación para los hombres, quien no acepte a Jesús se niega a aceptar su obra, su palabra de vida, si acepamos a Jesús, aceptamos que debemos trabajar por el reino de liberación del hombre íntegramente, no sólo económica sino integral.
Debemos percibir las «señales» y “signos” dispersos que nos remiten más allá de nosotros mismos y de nuestras limitaciones, hacia una presencia mayor, misteriosa pero real.