El llamado a ser discípulo implica ser convocado para unirse íntimamente con Jesús (Cfr. DA 131).
Hay un creciente anhelo por crecer en la sinodalidad, pues significa caminar juntos corresponsablemente con el devenir de nuestra Iglesia.
El clericalismo no es un fenómeno nuevo en nuestra Iglesia de América Latina y El Caribe, más bien es una de sus deformaciones más fuertes, como lo afirma el Papa Francisco.
Muchos conocen muy poco de la fe cristiana porque en sus familias ya no se transmite, otros pertenecen a familias en las cuales los abuelos, y a veces los padres, practican todavía activamente la fe cristiana, pero los adolescentes y jóvenes ya viven con una gran indiferencia hacia ella, así como hacia cuestiones de religión en general.
La pandemia del COVID-19 se expandió de modo veloz a nivel global, al mismo tiempo que “América Latina y El Caribe se ha convertido en una de las zonas críticas” (Comisión Económica para América Latina y El Caribe, CEPAL).
Los obispos de nuestro continente, a través de la coordinación del CELAM, han trazado algunos objetivos fundamentales como, por ejemplo, lograr que esta Asamblea, la primera de este tipo, sea un “evento eclesial en clave sinodal y no solo episcopal con una metodología representativa, inclusiva y participativa”.