Necesitamos párrocos “servidores” y renovados; Servidores “del misterio”: “solo los hombres y mujeres tocados por Dios, son capaces de abrir la mente y el corazón de sus contemporáneos a las cosas de Dios” (Benedicto XVI).
El anuncio de la Palabra en medio del confinamiento, a la luz de Hch 28, 30-31
“Durante dos años completos permaneció Pablo en la casa que tenía alquilada, y recibía a todos los que iban a verlo. Y predicaba el reino de Dios y enseñaba acerca del Señor Jesucristo con toda libertad y sin impedimento alguno”.
“La comunión espiritual consiste en el deseo ardiente de recibir a Jesús Sacramentado y en un abrazo amoroso como si ya hubiera sido recibido” San Alfonso.
Las enseñanzas del apóstol Pablo contienen riquezas maravillosas, que son como aquel carisma o don perdurable que viene con la fe y la vocación cristiana; y que pueden hoy ser reavivadas, aun en tiempos de zozobra e incertidumbre como las causadas por la actual pandemia que azota a todos nuestros pueblos y naciones.
Cuando decimos que María es modelo de amor y de esperanza, en realidad estamos afirmando que María es el mejor modelo que tenemos de vida cristiana.
La actividad catequética ocupa un lugar privilegiado en la misión evangelizadora de la Iglesia, dado que garantiza la correcta y eficaz transmisión de los contenidos y valores de la fe cristiana a las nuevas generaciones de creyentes.
Compartimos algunos pensamientos del Beato Santiago Alberione sobre la actividad pastoral en las comunidades parroquiales.
“Una etapa más en la renovación dinámica que está llevando a cabo la catequesis” es el nuevo Directorio para la Catequesis, aprobado por el Papa Francisco el 23 de marzo y presentado en la sala de prensa del Vaticano, veintitrés años después del Directorio general para la catequesis y quince años después del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica.
Ideas sobre la conversión pastoral de las parroquias a partir de la instrucción pastoral La conversión pastoral de la comunidad parroquial al servicio de la misión evangelizadora de la Iglesia.
Hablar de la esperanza en la enseñanza de San Pablo, es hablar de algo más que de una simple actitud ante la vida, o una especie de valor y buen ánimo que se cultiva en el corazón para sobrellevar las vicisitudes y tribulaciones que puedan presentarse en el camino. Es verdad que en los escritos del Apóstol la esperanza se nos muestra como una virtud fundamental en la vida cristiana; pero no sólo es eso. Rastreando los textos paulinos que hacen mención de la esperanza, lo primero que encontramos es que la esperanza para los creyentes es una Persona: ¡es Cristo mismo! Así lo afirma expresamente Pablo, en el saludo inicial de su carta al fiel discípulo y amigo Timoteo: “Pablo, apóstol de Cristo Jesús por disposición de Dios nuestro Salvador, y de Cristo Jesús, nuestra esperanza, …” (1 Tm 1, 1).