El Espíritu Santo es el motor de la Iglesia, es la promesa de Jesús que nos lleva a identificar el “tipo” de relaciones que tenemos entre los cristianos y de las relaciones humanas.
El Espíritu Santo es el motor de la Iglesia, es la promesa de Jesús que nos lleva a identificar el “tipo” de relaciones que tenemos entre los cristianos y de las relaciones humanas.
El camino que debe tomar la Iglesia en sus inicios, está atravesado por diferentes situaciones difíciles para llegar al reino de Dios, un cielo nuevo y una tierra nueva, es la figura de la esposa amada que espera y que sabe perseverar en medio de las luchas.
Aquí se comprende que la salvación es para los que perseveran hasta el final (la salvación como sinónimo de “reino de Dios”).