Guías Homiléticas
 9 enero / Bautismo del Señor
/ Is 42, 1-4.6-7 / Sal 28 / Hch 10, 34-38 / Lc 3, 15-16.21-22 
Del Evangelio según san Lucas 

En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: “Yo los bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego”.
En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre Él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: “Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto”.

Palabra del Señor

La fiesta del Bautismo de Jesús, se cierra el tiempo de Navidad y nos introducimos en la liturgia del Tiempo Ordinario.

En este cantos del Siervo de Yahvé, nos presenta ese personaje importante en la escuela de los profetas, en ese contexto se habló de Ciro, rey persa que dio libertad al pueblo en su exilio de Babilonia. Pero desde muy temprano la tradición ha sabido identificar a el Mesías como mediador de la Nueva Alianza. Esto sucede como anuncio profético de la liberación del desierto del pueblo de Israel.

JUAN BAUTISTA

El matrimonio entre Zacarías e Isabel era un matrimonio sin hijos y ya en las Sagradas Escrituras hallamos otros matrimonios similares, con características parecidas de dilatadas esperas de un hijo. La ansiedad de la espera, deja paso al descanso en Dios, a una fe madura, necesaria para aportar a sus hijos cuando llegan, brindando la educación y el ambiente espiritual para hijos que tendrán un notable desarrollo espiritual e importantísima misión en la historia del pueblo judío. En este tiempo Judea era una provincia de Roma, y lo había sido por algunos años. Quizá Juan nació cerca del fin del reinado de Herodes.

SER JUSTOS ANTE DIOS

Los «rectos o justos»; así se describe su carácter personal; Zacarías su padre y Juan su hijo, eran piadosos y humildes delante de Dios. «Rectos» se refiere a lo que era justo y derecho ante la ley, más bien que bondad o disposición benevolente, aunque las dos cualidades se combinan con Zacarías, se fundamenta para centrar nuestra atención en Juan. Caminaban «irreprensiblemente en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor» expresa su conducta habitual cotidiana, incluso los preceptos morales y los ritos ceremoniales. Lucas insiste en su piedad extraordinaria y no tanto en su perfección absoluta.

Marcos confirma el dato, la gente iba al desierto a escuchar a Juan y se hacía bautizar él en el río Jordán” (Mc 1,5). O sea, el “desierto” y el “Jordán” eran dos realidades ubicadas en el mismo escenario donde bautizaba el profeta. Por eso, la escena del Bautismo de Jesús, acontece luego del silencio profético (30 años), este bautismo se enmarca dentro del movimiento Juanico con dos llamados: penitencia y perdón de los pecados. El ideal en un principio era tomar conciencia de pueblo e identidad con el movimiento Juanico. Pero para Jesús es el comienzo de su misión, ya no a la manera del bautista, sino a una nueva manera: desde dentro mismo, desde el corazón. Ya no son los actos de penitencia viejos, es el mismo Jesús que hace nuevas todas las cosas.

¿ES POSIBLE PRECISAR EL LUGAR DONDE JUAN BAUTIZABA?

Para Lucas, Juan no tenía lugar fijo, porque iba “por toda la región del Jordán” (Lc 3,3). Pero el Cuarto Evangelio informa del sitio donde desarrollaba su actividad: “en Betania, al otro lado del Jordán” (Jn 1,28). El nombre de Betania significa “casa de los débiles, de los pobres” o según algunos, el “lugar de las barcas”, y se llamaba así por el movimiento de embarcaciones que había en la zona, ya que era uno de los sitios usados por la gente para cruzar el río de una orilla a la otra. En tiempos de Jesús había dos Betania distintas, las cuales no deben confundirse. Una, situada cerca del Monte de los Olivos, a unos 3 kilómetros de Jerusalén; allí vivían Martha y María, hermanas de Lázaro, a quien Jesús resucitó después de cuatro días de estar muerto61 . La segunda Betania, donde bautizaba Juan, quedaba “al otro lado del Jordán” (Jn 1,28), y era un pequeño caserío (hoy conocido como Tell el Medesh), no situado sobre el río sino sobre uno de sus brazos, el llamado Wadi Nimrin, 300 metros al este del Jordán, y a 15 kilómetros al norte del mar Muerto, justo a la altura de Jericó. Había allí abundantes aguas, debido a sus anchos cauces, y era una zona amplia y despejada. A esta Betania huyó Jesús un día, después de un incidente con los judíos de Jerusalén, cuando intentaron matarlo a pedradas; “entonces Jesús se fue de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde había estado antes Juan bautizando, y allí se quedó” (Jn 10,40).

Sin embargo, su actividad permanente se centraba en Betania, en la margen oriental del Jordán, de hecho, según el cuarto evangelio, en Betania era donde Juan “estaba” bautizando (Jn 1,28). El verbo en pretérito imperfecto indica una acción estable en un lugar. Por lo tanto, Betania era como su centro de operaciones.

La respuesta se encuentra en la Biblia. Según ésta, por el mismo sitio donde Juan predicaba y bautizaba, el líder de Israel, Josué, siglos antes había cruzado el río Jordán con el pueblo de Israel, para tomar posesión de la Tierra Prometida e inaugurar una nueva época de esplendor en la historia. “Unos cuarenta mil hombres equipados militarmente desfilaron ante el Señor hacia la llanura de Jericó.” “El pueblo salió del Jordán el día diez del mes primero y acampó en Guilgal, al este de Jericó.” (Jos 4, 13.19).

Si para Lucas el Bautista no es el precursor de Jesús (como en Marcos), ni el nuevo Elías (como en Mateo), entonces ¿Quién es? En Lucas es un reformador social, un predicador de virtudes, un maestro de moral que vino a ofrecer una serie de principios de ética. universal para mejorar el mundo presente. Por eso Lucas pone en labios de Juan un discurso exclusivo de él, donde aparece el Bautista predicando a diferentes categorías de personas, y dándoles consejos sobre ética social (Lc 3, 10-14). Jesús, el Hijo de Dios, tiene dos confirmaciones dada por el Espíritu de Dios: “este es mi Hijo y escuchadle”.

Es el Espíritu que desciende sobre Jesús, como a los verdaderos profetas del A.T. cambió el rumbo de la historia, así como en su momento del pueblo de Israel, ahora lo hace con Jesús y cambia la vida de Jesús. En san Lucas se da el verdadero bautismo de Jesús, porque es en Espíritu y verdad, para ser profeta del Reino de Dios. Esta es su llamada, su unción y su comienzo de su misión.

1) Este es mi Hijo

Es la forma de expresar que Jesús, es el Hijo de Dios, es la revelación en dos direcciones, se ofrenda, se ofrece expresando su solidaridad con la humanidad al Padre y el Padre confirma su inicio de la misión. Ojalá nuestra oración sea ese lugar de entrar en intimidad de diálogo con el Padre en doble dirección, ofrendar nuestra vida al Padre y que al Padre le alegre nuestra vida. Creo que esa es la mayor revelación de la cercanía en nuestra oración.

2) Escuchadle

El verdadero bautismo, esta impregnado de la efusión del Espíritu Santo, de la nueva vida, escuchar no puede ser algo externo, no es ya en agua, aunque la implica, es reconocer la plenitud del Hijo de Dios, que se revela en el enviado, es la nueva vida que se anunció por los profetas del A.T. que se hace pleno en el Hijo de Dios.
Escuchar la voz en el A.T. es importante porque es entrar en la dinámica de la salvación y las promesas mesiánicas que se cumplen en el Mesías y enviado por Dios para salvarnos.
Escuchar la voz del Espíritu Santo, es la plenitud de la gracia, la Virgen María fue llena de gracia por el Espíritu Santo, esto es, el Señor a través del Espíritu Santo la cubrió con su sombra, en el misterio de la Encarnación, ahora acontece en la plenitud de la revelación, escuchar al Hijo es escuchar la voz de Dios. El verdadero bautismo no es el de Juan, si no el de Jesús. Porque se centra en la oración intima y profunda con el Padre.

Es el evangelio, es la voz de Dios, que habla al corazón de sus hijos y nosotros somos sus hijos, donde el Padre a través del Espíritu Santo comunica su plan de salvación y anuncio del comienzo de su misión para con todos los hombres. Así lo hizo saber desde su inicio misionero y así lo hace saber a toda la humanidad. Esa voz que gritó en el desierto, vino a mostrar el camino, con Juan Bautista, pero esa voz se concreta en el Hijo de Dios, mientras se bautizaba con agua, Jesús oraba al Padre del cielo; mientras oraba se abrió el cielo, bajo el Espíritu Santo sobre Él en forma de paloma, y vino la voz del cielo.

APORTE EUDISTA

El hombre, al nivel del reino de Jesús, en su primera edición de 1637 y del contrato del hombre con Dios (1645) es el “hijo de Adán pecador” (Cf. San Juan Eudes, I, 172-200; II, 210). Rechazada toda idea filosófica o natural del hombre, afirma Du Chesnay, S. Juan Eudes solo ve al hombre que aparece a los ojos de la fe, y por lo tanto, es una situación histórica determinada. Es de notar, de paso, que reduce al hombre a “un alma cristiana”. No se trata de palabras solamente, sino de palabras que acompañan una resonancia agustiniana, evocadora de los conceptos neoplatónicos. En esta situación histórica, el alma, con o sin la gracia, se presenta siempre como una cierta “estructura” que debe estar presente en el espíritu del lector del reino de Jesús. Sin la gracia, el alma es la de una creatura (en relación con Dios, hijo de Dios), la de un sujeto contaminado de pecado original ( en relación con Adán, hijo de Adán), y la de un sujeto con pecados personales (en relación con ella misma, hija de sus obras); con la gracia, es el alma de una creatura concebida en el pecado y restaurada por la misericordia del segundo Adán, Jesucristo, y la de un cristiano, débil e inconstante al que ilumina y sostiene toda una serie de gracias (CH. DU CHESNAY, Autour de la notion de créature dans la vie et le Royaume de Jésus, Recherches et hypothèses, en “Introduction au Royaume de Jésus”, Journées d’Etudes de Spiritualité Eudiste, Troisième Session, 1950, Paris, 1950, 81-82).

APORTE PASTORAL

Todos los seres humanos tenemos la capacidad de decisión y elección, cuando optamos por buenas decisiones sentimos que tenemos paz y sosiego, nada ni nadie nos puede quitar esa paz que nos da la voz de Dios hoy. Si el Hijo de Dios, paso haciendo el bien, sigue un ejemplo para tomar en cuenta en nuestras sanas decisiones cuanto mas será importante para este año 2022, el año del reencuentro con Jesús, saber tomas las mejores decisiones, escuchando la voz de Dios, ante la vida, ante los planes y proyectos que sean conforme a su querer. La mejor manera de reconocer el bautismo de Jesús es renovar nuestra vida, realizar cambios de mejora y poner en manos de Dios todos los proyectos y planes.

Cuando las personas nos buscan porque no tienen paz, porque no pueden estar en paz o porque no pueden dormir en paz, es porque en sus vidas existen cosas que les roban el gozo y la paz del Señor. Por algo, será que nos buscan y acuden a nuestras parroquias, todavía existen personas que quieren escuchar la voz de Dios y nosotros somos facilitadores, a través de la pastoral de escucha, consejería, orientación o una predicación, para que se encuentren con esa voz en su corazón y recuperen esa paz profunda en su vida.

Cuando meditamos el sentido de la vida y de la muerte, algo nos comunica con el mas allá, en nuestro contexto de la perdida del sentido de la vida, la misma -vida- se ve amenazada por la enfermedad, violencia, robos y la muerte, sea la causa que sea, la voz del Señor resuena en cada corazón para darnos paz, en medio del ruido de la Navidad y estas fiestas, según el papa Francisco, la voz interior nos comunica con la voz de Dios que se da en los diferentes momentos que se hacen significativos en la vida, dando sentido a la familia, el sentido de pertenencia a un calor de hogar, nacer del agua es dejarnos transformar por la voz del Señor, dejar actuar al Espíritu Santo.

En estos días se celebra en el país el CONALJO (Congreso Nacional de Jóvenes) de la Renovación Católica Carismática en la ciudad de Cúcuta (Colombia), los días 7,8 y 9 de Enero, con el lema “Testigos de la misericordia” es un momento significativo para valorar la vida, valorar el protagonismo de los jóvenes cómo testigos en la sociedad y que ellos lleven ese mensaje de misericordia y esperanza, esos sueños pregonados por el papa Francisco en su visita a Colombia, que se hagan realidad y así se recobre el sentido verdadero del Espíritu como principal protagonista de la evangelización en la Iglesia. Los jóvenes están en el corazón de la Iglesia, en el corazón del Papa Francisco, porque están llamados a comunicar la esperanza.

Por: Pbro. Wilson Javier Sossa López, cjm 
Sacerdote Eudista

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