Guías Homiléticas
 26 diciembre / Sagrada Familia
/ Si 3, 2-6.12-14 / Sal 127 / Col 3, 12-21 / Lc 2, 41-52 
Del Evangelio según san Lucas 

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo.
Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: “Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados”. Él les contestó: “¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debía estar en las cosas de mi Padre?”. Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.
El bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

Palabra del Señor

El evangelio de san Lucas, nos presenta las relaciones de Jesús con el templo y la ley. De una u otra manera las relaciones con su padre putativo José y María, es una relación de amor, diría san Juan Eudes: “puro amor”, San Juan Eudes, como hábil director de almas, después de habernos convencido de nuestra nada e incapacidad de toda acción sobrenatural, nos penetra de cuanto somos y podemos ser en Dios y con Dios, a fin de inducirnos a un vivo reconocimiento de sus inmensos beneficios y movernos a emprender grandes cosas por su amor (San Juan Eudes, O.C. II, 132), Jesús el Hijo de Dios se mueve por un amor que supera el amor humano (limitado, imperfecto), es el amor divino en el amor por la humanidad desde el misterio de la encarnación, amor por amor; diríamos hoy en día que las relaciones que tenemos con los demás deben ser claras, trasparentes, en una palabra debemos amar desinteresadamente como el amor de Jesús por la humanidad. Jesús y la virgen María hacen una peregrinación hacia el templo, aunque ésta no obligaba a las mujeres, ella lleva al niño a presentarlo al templo. El niño los acompañaba para irse acostumbrando al cumplimiento de la ley, lo cual quiere decir que cumple lo principal que es el precepto de su cultura. Según la prescripción de los doctores de la ley, el muchacho que había cumplido los trece años estaba obligado a cumplir con todos los preceptos de la ley.

 EL ENCUENTRO CON EL TEMPLO Y LA LEY

Parte importante de ésta eran las peregrinaciones al templo. «Tres veces cada año celebraréis fiesta solemne en mi honor. Guarda la fiesta de los ázimos… También la solemnidad de la recolección, de las primicias de tu trabajo, de cuanto hayas sembrado en tus campos. (Exo 23,14-17). Jesús y su presentación ante Dios es para cumplir con el precepto de la ley y deberá hacerlo tres veces en el año comparecerá todo varón ante Yahveh, tu Dios. Pero la presentación y el ir al templo varias veces constituye que creció como un niño normal judío y que cumplió como cualquier israelita los preceptos de la ley y los profetas.  

EL ENCUENTRO CON LOS DOCTORES DE LA LEY

El método de los rabinos es sobre la pregunta y la respuesta, se escucha y se añade algo. Jesús está probablemente sentado en el suelo en medio de los doctores. El asombro de los doctores de la ley confirma el conocimiento de la misma que tiene Jesús. seguro que el texto no quiere ser cronológico ni quiere decirnos ordenadamente lo que acontece, lo que quiere expresar el texto es que su sabiduría no es humana, viene de lo alto, diríamos hoy en día un niño superdotado que supera a los demás, pero Jesús ya muestra desde pequeño que va a ser un gran profeta, claro cualquier lector desprevenido leyendo el texto diría que Jesús sabia lo que iba a realizar, pero desde una lectura atenta decimos nosotros que es claro-oscuro, esto es que muestra vestigios, pero no es tan claro, es la conciencia de ser Hijo de Dios, se va dando en un crescendo, es el que vislumbra pero todavía no es pleno, eso es lo que le paso a Jesús, se va dando un proceso lento pero en crecida de su conciencia de ser Hijo de Dios.   Que se manifiesta mas adelante en el mismo texto de san Lucas, “Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado” (10,16). Un elemento vital es su relación con el padre, en clima de confianza, de escucha, de orar… constituye un elemento importante de relación y modelo de formación en su escuela.

EL ENCUENTRO CON MARÍA

Jesús el Hijo de Dios y María humana es un encuentro con las palabras de María que manifiesta una expresión espontánea del dolor y de la angustia durante las largas horas de la búsqueda. María es una verdadera madre. La exposición tan sencilla y tan natural en nada disimula los sentimientos humanos… Los sinópticos no presentan propiamente una biografía de Jesús. Tampoco buscan describir su personalidad. Más bien quieren presentar en lenguaje popular las palabras y las obras de Jesús y la impresión que produjo en quienes le rodeaban. Estos Evangelios están formados de unidades independientes que parecen completas en sí mismas. Dichas unidades están colocadas muchas veces sin una particular conexión espacial o temporal. Existen secciones en las que incluso se han agrupado unidades semejantes (discursos, parábolas..) en largas secuencias.

Por muy familiar que se nos hiciera Jesús, aun entonces nos quedarían obscuridades y enigmas como seguramente los tuvo la virgen María. El acceso a Jesús será siempre en la tierra la fe. Ahora bien, la fe no es todavía visión. A lo largo de la historia de la infancia recibe María revelación sobre su hijo por ángeles, profetas y por la Sagrada Escritura. Las palabras que se le dirigen las combina ella para formar una imagen cada vez más completa. Aun después de la revelación y de la meditación quedan enigmas. Sólo gradualmente se levantan los velos que encubren los abismos del amor de Dios y de su ungido. A cada descubrimiento sigue un nuevo enigma: El nacimiento en el establo, su infancia, su vida con los parientes y con el pueblo, sus fracasos, su muerte en cruz será determinante para encontrarnos nosotros con el verdadero rostro de Jesús humano y el Cristo de la fe: divino.

APORTE PASTORAL

LA ORACIÓN DE MARÍA, UNA ORACIÓN DE CORAZÓN A CORAZÓN

La oración de María, todas las palabras y acciones de Jesús, ella las conservaba en su corazón (cf. Lc. 2,19). María, tuvo que aprender, desaprender, volver a empezar, seguro que su camino como madre al lado de Jesús no fue fácil. Llenaban su espíritu y se convertían en luz de su vida. Nadie, fuera de su madre, podía ser testigo de la historia de la infancia. Ella era el testigo fidedigno, pues conservaba en el corazón todo lo sucedido. Lucas menciona estos hechos porque lo investigó todo comenzando desde el principio pero a la luz no de un orden cronológico, sino a la luz de la resurrección del Señor.

La verdadera intención del autor y del texto es mostrarnos la obediencia de Jesús, él estaba sujeto a ellos: a José y a María. Guardaba la verdad de su filiación divina mostrándose obediente. Con la obediencia se prepara para su glorificación después del bautismo. «Testigos de estas cosas somos nosotros y el Espíritu Santo que Dios ha concedido a los que le obedecen» (Hech 5:32).  

Una historia de un “verdadero amor”:

“Un hombre de cierta edad vino a la clínica donde trabajo para hacerse curar una herida en la mano. Tenía bastante prisa, y mientras se curaba le pregunté qué era eso tan urgente que tenía que hacer. Me dijo que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer que vivía allí. Me contó que llevaba algún tiempo en ese lugar y que tenía un Alzheimer muy avanzado. Mientras acababa de vendar la herida, le pregunté si ella se alarmaría en caso de que él llegara tarde esa mañana.

-No, me dijo. Ella ya no sabe quién soy. Hace ya casi cinco años que no me reconoce.

Entonces le pregunté extrañado: -Y si ya no sabe quién es usted, ¿por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas?

Me sonrió y dándome una palmadita en la mano me dijo: -Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es ella”. (Adaptado de «Peregrinos del Espíritu», M. Menapache, Ed. Patria Grande).

En mi experiencia pastoral, aunque considero que ante los conflictos y crisis familiares, no es fácil recuperar la confianza rota, pero sugiero que las parejas que viven en conflictos, consulten y manifiesten sus problemas, pues es importante poner las cartas sobre la mesa y hacer un pare en el camino para tratar de solucionar conflictos no resueltos en el pasado. Parece que cada vez, se hace más urgente dialogar con personas especializadas o por lo menos con amplia experiencia familiar; pero también, conozco muchos casos de matrimonios que aún dialogando con los mejores especialistas en el campo no han podido resolver sus conflictos, debido a una expresión muy común que es usada  y abusada: “incompatibilidad de caracteres”, quienes las usan con demasiada frecuencia, son aquellos que no están dispuestos a resolver sus dificultades y huyen de ellas encontrando reparo en separaciones, divorcio, uniones libres, matrimonios civiles con otras personas.

Valorando un poco el papel de la mujer en una relación, es urgente reconocer el don más valioso que ha recibido del Señor, su maternidad, y la proyecta en forma espiritual para proteger y cuidar la vida, abrirle espacios y alimentar el mundo social, por otra parte atentan contra su misión en el mundo y en la familia los intentos por conducirla al menosprecio de dicho don, a la mera competencia con el varón, al reclamo de leyes que le den el derecho sobre su cuerpo antes que el respeto por una nueva vida, a la disolución rápida del matrimonio y la familia, a la esterilización no terapéutica y a otras novedades, como grandes logros y derechos de “género”. Todo ello va en contra del aporte insustituible que la mujer hace a la sociedad y debilita la cultura de humanidad que depende vitalmente del despliegue generoso de su condición. No podemos olvidar que ellas “asumen, juntamente con el hombre, la responsabilidad común por el destino de la humanidad”[1]. Sin embargo, la preocupación por la misión del varón y la paternidad aún es incipiente, a pesar de su relevancia en nuestra sociedad. En fin, el panorama aunque es desalentador, nosotros como cristianos y defensores de la igualdad, el sacramento del matrimonio y la estabilidad de los mismos, reconozco que en la práctica pastoral debe; imperar el acompañamiento atento a muchas familias que nos consultan y esperan de nosotros los pastores una fina comprensión, una atenta escucha, una ayuda espiritual en un ambiente de confianza para superar sus crisis y dificultades.  

También, sugiero que estas parejas participen activamente en la pastoral de sus comunidades, ya sea de parroquia o movimientos, ya que en lo que respecta a la pastoral familiar se realizan talleres y actividades para crecer en la convivencia de pareja, pero creo que lo importante es superar algunas diferencias existentes con madurez, comunicación y honestidad, los ingredientes importantes en la vida familiar, porque “la familia es una escuela del más rico humanismo” (GS 52).

  • Reflexionemos  juntos en familia (algunas propuestas para las familias)

1. Verificar el crecimiento matrimonial

– ¿Cómo me he comportado últimamente con mi esposo-sa?

– ¿Tengo actitudes de respeto y cariño para con todas las personas con que convivimos?

2. Trabajar juntos, buscando espacios para alimentar la relación

  • Cuidar siempre y con amor la preparación de los alimentos, ropa…
  • Ser detallistas, no sólo con regalos, cuando regresamos de un viaje o llega el día de cumpleaños.
  • Salir juntos
  • Cenar fuera de la casa
  • Dialogar sobre los problemas diarios
  • Estimularse y valorarse mutuamente
  • Valorar a la persona y el trabajo del otro
  • Preocuparse por la salud y el bienestar del otro

3. Dialogar continuamente

  • Correr el riesgo que comporta comunicar los sentimientos más profundos e íntimos.
  • Resolver las dificultades con amor y comprensión, por pequeñas que parezcan.
  • Alimentar la confianza de los esposos e hijos.
  • Conocer los deseos y aspiraciones mutuos
  • Comprender y aceptar al otro
  • Encontrar momentos diarios de diálogo.
  • Crear en el hogar un ambiente agradable.
  • Ser honesto siempre.

4. Acordar algunos puntos principales

  • Salidas
  • Paseos
  • Colegio y universidad de los hijos
  • Ponerse de acuerdo con las cuentas y aportes del hogar.

[1] Juan Pablo II, Mulieris Dignitatem, n. 31.

Por: Pbro. Wilson Javier Sossa López, cjm 
Sacerdote Eudista

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