Guías Homiléticas
 10 Octubre / XXVIII Domingo Ordinario
/ Sb 7, 7-11 / Sal 89 / Hb 4, 12-13 / Mc 10, 17-30 
Del Evangelio según san Marcos

Salía Jesús de camino, cuando se le acercó uno corriendo, se le arrodilló y le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para poseer la vida eterna?”. Jesús le dijo: “¿Por qué me llamas bueno? Fuera de Dios, nadie más es bueno. Ya conoces los mandamientos: No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás testimonio falso. No estafarás. Honra a tu padre y a tu madre”. El hombre le respondió: “Maestro, todo esto lo he cumplido desde joven”. Jesús se fijó en él, y abrazándolo le dijo: “Solo te falta una cosa: vete a vender todo lo que tienes y dales el dinero a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme” …

Palabra del Señor

¿Cuántos nos sentimos defraudados con los demás? ¿Por qué ponemos nuestra fe y esperanza en el dinero? Hay en el hombre una ineludible necesidad de vida, de plenitud, de felicidad. ¿Quién no quiere ser feliz? ¿Dónde encuentra el hombre la felicidad? ¿Será en el tener o en el poder?

El hombre sensato es el que encuentra la manera de responder a esta pregunta, que la mayor parte de las personas ni siquiera se plantean y a la que responde de hecho con una búsqueda frecuentemente obsesiva de placeres efímeros y siempre nuevos.

La palabra de hoy nos invita a situarnos en la actitud justa para discernir, ante todo, cuál es la verdadera sabiduría.  También nos indicará cómo recibirla, porque en el fondo es un don, el don de una Persona que nos ama infinitamente.

En el Antiguo Testamento se había ido perfilando la sabiduría a través de un progresivo crescendo de realidades exteriores ajenas a los bienes espirituales. Renunciando a las riquezas por preferir el espíritu de sabiduría que viene de Dios, encuentra que finalmente con ella le vienen todos los bienes y riquezas incluidas. La renuncia inicial dio paso a una ganancia mucho mayor en todo sentido. Más tarde, en los umbrales del Nuevo Testamento, fue personificada como alguien que su «alegría era estar con los hombres» (Prov 8,31).

¡Cuántas personas buscan en los lugares equivocado!

¿Qué espera el hombre ante la pregunta fundamental de su vida? Podríamos decir en su mayoría que todos esperamos respuestas: ojalá una sola respuesta, algo seguro para nuestra vida (como quien dice algo que nos asegure o garantice la salvación de nuestra vida). Esperamos soluciones ante los problemas de la vida, también queremos la respuesta ante el futuro, pero buscamos donde no debe ser: ¡cuántas personas buscan en los lugares equivocado! pero si solo supiéramos o tuviéramos el alcance para ir más allá o lanzarnos hacia lo que realmente queremos ser en nuestra vida.

Pero el joven le dice a Jesús “Maestro bueno”. ¿Será que en medio de maestros no hay buenos, los otros son malos o ve algo en Jesús que supera a los demás y lo hace ver como el que tiene la verdad auténtica?  Lo cierto es que existe algo que identifica al Maestro en relación con los demás maestros de Israel.

La exigencia de Jesús sigue siendo para nosotros una manera difícil de solucionar el problema o dejar así en quietud, la respuesta de Jesús va un escalón más alto en la exigencia del discípulo, pareciera que en esto el Señor inmediatamente responde con una mirada más alta, porque lo llama bueno, si solo el Padre es bueno.

Veamos algunos elementos: Lo miró: con ternura, con cariño, con bondad ¿qué sentimiento tendría Jesús para mirarlo así?, yo no creo que sea por lástima. Me parece que es todo lo contrario, lo acoge, le responde, lo piensa, pero él no es capaz de abandonarse confiado en las manos del Señor. La invitación de Jesús es una sola: desapegarse de todo lo que tiene. Tal vez sea poco o mucho, poco para muchos, pero importante para el reino. Mucho para él porque no puede dejar atrás o desapegar su corazón de las cosas con que se ha ido llenando ¿casas?, ¿carros?, ¿fincas? No es solo lo material ni lo terrenal como piensan muchos sino es su mismo apego estas cosas las que no dejan libre al hombre de cualquier clase o condición. En un mundo materialista, ¿cuánto nos cuesta dejar atrás muchas cosas, vivencias que nos esclavizan, nos oprimen, nos coartan la libertad?

El seguidor de Jesús está llamado a algo más que a cumplir normas y leyes.

Debe vivir libre de “equipaje” poniendo su confianza en Dios. El Dios providente. Dios nunca defrauda, siempre acompaña. ¿Cuál es el mensaje real de Jesús cuando dijo que es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja? Muchas personas han tratado de explicar la declaración acerca de que sea más difícil para un rico entrar en el cielo que para un camello pasar por el ojo de una aguja. Algunos interpretan que el ojo de la aguja es una pequeña puerta de entrada a la ciudad. Otros interpretan que las palabras arameas para camello y cuerda son iguales. Jesús usó una ilustración muy inteligente y entiende lo que dice: el ojo de una aguja significa que el hombre rico tenía que estar dispuesto a poner a Dios antes que sus bienes. Sólo Dios puede salvarlo. Los ricos se pueden salvar como cualquier otra persona si hace lo que Dios quiere. José de Arimatea era rico. Y Pablo en Romanos 2,11 dice que Dios no muestra favoritismo. Cualquier persona puede ser salvada. Jesús dijo, «Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja, que para un rico entrar en el reino de Dios» (Mateo 19,24. Versículos similares encontramos en Marcos 10,25 y Lucas 18, 25).

En últimas, lo que es imposible para los hombres, con Dios, sí es posible. Los hombres ricos se pueden salvar y entrar al Cielo. Pero sólo si ponen su fe en Dios en lugar que en sus riquezas.

Aporte pastoral

Tocamos un concepto fuerte para su momento, la riqueza y la pobreza. La pobreza significa ser libre ante las cosas, ante la riqueza, ante los apegos materiales, es dejar obrar a Dios, no poner límites humanos a su acción. El siervo de Dios Rafael García Herreros, practicaba la verdadera pobreza como desprendimiento de todo, así lo predicó y practicó en su vida. Siempre vivió pensando en cómo desgastarse la vida por los pobres y necesitados. Cuando le preguntan a él si no le tenía miedo a la muerte, respondió que no, que el único miedo en su vida era no apasionarse por Jesucristo y que mi “hermano” el hombre.

En el concepto de pobreza desde el papa Francisco: “A las tres preguntas de Jesús a Pedro sobre el amor, sigue la triple invitación: Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas. Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz; debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de san José y, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, los más débiles, los más pequeños; eso que Mateo describe en el juicio final sobre la caridad: al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado (cf. Mt 25,31- 46).”Sólo el que sirve con amor sabe custodiar.

(19 de marzo de 2013).

Pobreza que se aprende con los humildes, los pobres, los enfermos y todos aquellos que están en las periferias de la vida. La pobreza teórica no nos sirve. La pobreza se aprende tocando la carne de Cristo pobre, en los humildes, en los enfermos, en los niños. (Papa Francisco, 8 de mayo de 2013) No podemos olvidar que la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo siguen viviendo precariamente el día a día con consecuencias funestas. Algunas patologías van en aumento con sus secuelas psicológicas; el miedo y la desesperación se apoderan del corazón de numerosas personas, incluso en los así llamados países ricos; la alegría de vivir se va apagando; la falta de respeto y la violencia aumentan; la pobreza es cada vez más patente. También pensemos en la cultura del descarte.

“Para tocar al Dios vivo no hay necesidad de hacer un curso de actualización, sino entrar en las llagas de Jesús, y para ello basta salir a la calle. Pidamos a Santo Tomás la gracia de tener el coraje para entrar en las llagas de Jesús con nuestra ternura y seguramente tendremos la gracia de adorar al Dios vivo.” (Papa Francisco, 3 de julio de 2013) Y es importante saber acoger; es todavía más bello que cualquier adorno. El pobre, cuando es amado, “es estimado como de alto valor”, y esto diferencia la auténtica opción por los pobres de cualquier ideología, de cualquier intento de utilizar a los pobres al servicio de intereses personales o políticos. Sólo desde esta cercanía real y cordial podemos acompañarlos adecuadamente en su camino de liberación. (Papa Francisco, 24 de noviembre de 2013, no. 199). La opción por los pobres reclama, ciertamente, un compromiso eficaz por la  justicia y la voz de los que no tiene voz  no podemos seguir con la cultura del descarte, porque ante Dios todos somos iguales y dignos.

Por: Pbro. Wilson Javier Sossa López, cjm 
Sacerdote Eudista

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