Guías Homiléticas
 26 septiembre / XXVI Domingo Ordinario
/ Nm 11, 25-29 / Sal 18 / St 5, 1-6 / Mc 9, 38-43.45.47-48 
Del Evangelio según san Marcos

Un día le dijo Juan a Jesús: “Maestro, vimos a uno expulsando demonios en tu nombre, y se lo prohibimos, porque no es de nuestro grupo”. Pero Jesús le contestó: “¡No se lo prohíban! Porque uno que hace un milagro usando mi nombre no puede a continuación hablar mal de mí. Quien no está contra nosotros, está a favor nuestro. Y así el que les dé un vaso de agua porque son mis discípulos, yo les aseguro que no perderá su recompensa.
Si, al contrario, alguien hace pecar a uno de estos pequeños que creen en mí, más vale que le pongan al cuello una de esas ruedas de piedra que tienen los molinos, y lo echen al mar.
Lo mismo, si tu mano te hace pecar, córtatela. Más vale entrar manco en la vida que con ambas manos ir a parar al infierno, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te hace pecar, córtatelo. Más vale entrar cojo en la vida que con los dos pies ser arrojado al infierno. 
Y si es tu ojo el que te hace pecar, sácatelo. Más vale entrar tuerto al Reino de Dios que con ambos ojos ser arrojado al infierno, donde los gusanos nunca mueren y el fuego no se apaga”.

 

Palabra del Señor

El nombre hebreo de este libro (bemid-bar) significa en el desierto, y es entonces una manera muy apropiada de describir su contenido como un tratado cuyo escenario total es el Sinaí, el Neguev y el desierto de Trasjordania. El título en español “Números” traduce la palabra Arithmoi, el título usado por la Septuginta, la antigua traducción griega. El término evidentemente refleja el censo de las tribus de Israel al comienzo del libro y otras listas o totales. Números documenta que cuando el pueblo de Dios fue fiel a las condiciones de pacto, sus viajes y vidas anduvieron bien. Cuando fueron desobedientes pagaron el precio de la derrota. Israel avanza hacia la tierra de la promesa, no obstante, tan pronto como hubo comenzado el viaje, el pueblo empezó a quejarse y murmurar. El resultado fue juicio por fuego, una visitación de Dios sólo impedida por la urgente intercesión de Moisés. Habla de la institución de los ancianos que tuvo mucha importancia en la vida social, política y religiosa de Israel de toda su historia. El profetismo aquí no se nos presenta reservado a una institución peculiar. El espíritu de Dios sopla en la dirección que quiere y cuando Josué se acerca consternado a Moisés y le pide que prohíba profetizar a algunos. Entonces se elige un consejo de setenta ancianos a lo que trasmite el Espíritu de Dios de que él gozaba. Dos de estos ancianos no forman parte de esta envestidura y, sin embargo, ellos también profetizan.

Este es un pasaje bastante duro contra los ricos. Pero debemos tener claro que la biblia no está contra la riqueza. Incluso en muchos pasajes es considerada bendición de Dios. El problema está en su utilización de esos medios. Por eso en línea con los antiguos profetas, Santiago se vuelve contra los que se aferran a sus bienes hasta el extremo de no pagar a sus obreros, como lo ordenaba la ley y los profetas. Será que hoy en día como ayer, las riquezas se amontonan en injusticias para los pobres, maltrato, inhumanidad… pensemos todas las cosas que son producto de las injusticias de los ricos, no la riqueza y su forma de alcanzarla luchando, sino en las injusticias que se hacen con la misma y la forma de alcanzarla a la espalda de los ricos.

 Quien da un vaso de agua recibe recompensa

Jesús se opone a la mentalidad de gueto que, con frecuencia, caracteriza a no pocos grupos cerrados, intolerantes, intransigentes, que además se consideran privilegiados o se ven a sí mismos como los auténticos, los mejores que muchas veces se consideran cerrados en nuestras comunidades, cuantas veces no preferimos lo seguro, los que nos llegan o los que están de acuerdo a lo que pensamos o no disienten de nuestra forma de pensar. Por lo general, los grupos en los que domina esta mentalidad están formados por personas con una mentalidad fundamentalista y además combativa contra todos los que no son del propio grupo. Este fenómeno se suele producir por motivos políticos, ideológicos y sobre todo religiosos. Según este evangelio, algo de esta forma de pensar estaba muy presente en los discípulos de Jesús. – Mc. 9,41: Quien da un vaso de agua recibe recompensa Una frase de Jesús ha sido colocada aquí: En verdad les digo: «Quien les dé a beber un vaso de agua en atención a que ustedes pertenecen al Mesías les aseguro que no quedará sin recompensa». Dos pensamientos podemos sacar de esta palabra de Jesús. «Quien les da beber un vaso de agua»: Jesús se está dirigiendo a Jerusalén para dar su vida. ¡Gesto de gran donación! Pero Él no se olvida de los gestos pequeños de donación en la vida de cada día: un vaso de agua, una acogida, una limosna, y tantos otros gestos con los cuales podemos revelar el amor. Dice un refrán: «¡Quien desprecia al ladrillo no podrá nunca edificar la casa!».

Sin discriminación ni particularismo

En atención a que ustedes pertenecen al Mesías, Jesús se identifica con los que quieren pertenecer a Él. Esto significa que, para Él, valemos mucho. Por esto, debemos preguntarnos siempre. «¿Quién es Jesús para mí?» y también es bueno preguntarse: ¿Quién soy yo para Jesús? En este versículo encontramos una respuesta que nos da valor y esperanza Todo aquél que da un vaso de agua, es decir, todo el que ayuda a otro hombre, sin discriminación ni particularismo… «no quedará sin recompensa»

Pero Jesús no quiere entre sus discípulos gente cerrada, intolerante o intransigente. Y menos aún gente excluyente, que se considera con el monopolio de la verdad y del bien. Todo el que hace el bien, todo el que libera a otras personas de sufrimientos, opresiones y fuerzas de muerte, esté en el grupo que esté, sea de la religión que sea, y tenga las creencias que tenga, merece nuestro respeto, nuestra aceptación y nuestra acogida sin más. Jesús no le exigió al exorcista aquél que se uniera el grupo de discípulos. Lo que importa no es estar en éste o en el otro grupo, en esta comunidad o en la otra…. Lo único que importa de verdad es si vamos por la vida liberando a la gente de sus penas y sufrimientos o, si por el contrario, vamos haciendo daño y siendo motivo de tropiezo, que eso justamente es lo que significa el “escándalo” en el lenguaje del Evangelio.

El significado de la piedra del molino

El significado de la piedra del molino, es la «piedra de molino de las que mueven los asnos» era una piedra notablemente grande que -a diferencia del molino de mano-, en el tipo de molino fijo, descansaba sobre otra piedra y tenía un agujero en el centro. Esa clase de molino se llamaba «molino de asno», o bien porque era movido por un asno o bien porque la piedra inferior se llamaba «asno» a causa de su forma. Para un hombre que extravía a los otros en la fe sería preferible, según la palabra de Jesús, que le colgasen al cuello una de esas grandes piedras y lo hundiesen en lo profundo del mar. Es una imagen muy conforme al lenguaje vigoroso de Jesús y cuyo sentido es éste: mejor es la muerte y el exterminio que robar la fe a otro. Jesús sabe que estos escándalos son inevitables: falsos doctores (2Pe 2,1) o seductores, como la antigua Jezabel (Ap 2,20), están siempre actuando. Pablo, a ejemplo de Jesús que no quería turbar a las almas sencillas (Mt 17,26), quiere que se evite escandalizar las conciencias débiles y poco formadas: «Guardaos de que la libertad de que vosotros usáis sea ocasión de caída para los débiles» (1Cor 8,9; Rom 14,13-15.20). La libertad cristiana sólo es auténtica si está penetrada de caridad (Gál 5, 13); la fe sólo es verdadera si sostiene la, fe de los hermanos (Rom 14,1-23).

El origen y las consecuencias del pecado

¿Cuál es la ocasión de pecado? (El origen y las consecuencias del pecado) No se dice en qué consisten las tentaciones de la «mano», el «pie» y el «ojo». Basta saber que el hombre encuentra ocasiones de pecar en su propia constitución psicofísica. Los miembros externos sólo se consideran como ocasión de pecado. En otro pasaje dice Jesús que los malos pensamientos y deseos nacen de dentro, del corazón del hombre (Marcos 7,21 ss). En las palabras sobre los miembros corporales que son ocasión de pecado, se contiene la experiencia de que también en el hombre que aspira al bien surgen tentaciones que pueden llevarle a la caída, en razón, precisamente, de su capacidad de ser tentado. Es una advertencia a no sobrevalorar las propias fuerzas y una amonestación a resistir inmediatamente y con decisión el ataque del mal. En el sermón de la montaña, Mateo ha relacionado el ojo que extravía y la mano que induce al pecado con el adulterio (Marcos 5,29 ss). Muestra así cómo la Iglesia primitiva interpretaba de un modo concreto y aplicaba las palabras de Jesús. De manera similar cada cristiano debe preguntarse dónde están para él las posibles ocasiones de caída en el pecado y los peligros para su salvación. La palabra del Señor le invita a una renuncia radical a las seducciones del pecado y al corte inmediato, y a menudo doloroso, cuando está amenazada la salvación de toda su persona.

Aporte pastoral

Llama la atención lo que Jesús hace en defensa de la vida de los niños, de los pequeños, contrastándolo con lo que nosotros, «¡en pleno siglo XXI!» (como solemos decir a menudo), queremos hacer con nuestros niños: buscamos legalizar su eliminación antes de que nazcan… Y a esta barbarie la llamamos «progreso de la civilización», porque dizque en los «países desarrollados» rige esta legislación.

Por: Pbro. Wilson Javier Sossa López, cjm 
Sacerdote Eudista

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