El campo de la comunicación en el mundo actual está condicionado por el influjo poderoso de la globalización. Un hecho ocurrido en el viejo continente puede ser apreciado en simultáneo en distintas partes del mundo, y todo esto, gracias a las herramientas de la comunicación. Cuando hablamos de comunicación nos imaginamos un mundo de cables y códigos por los cuales viaja una información, o tal vez un medio de transmisión de frecuencias. Hay quienes, en el uso cotidiano de las distintas herramientas que ofrece la tecnología actual, hacen que su vida sea un acontecimiento: fotos instantáneas, videos, tweets, estados personales de ánimo… en fin, un sin número de actividades llevados a cabo en las Redes Sociales, han hecho que la comunicación se convierta en el acto por excelencia de la era que actualmente vivimos.

Comunicar es más que decir algo a través de las palabras o de los gestos. La palabra comunicación, deriva del latín communicare, que quiere decir “compartir algo con alguien”. No es, pues, un acto personal y solitario sino un “poner en común”, es el fenómeno social de la relación entre los seres vivos cuando se encuentran en sociedad. Hay quienes afirman que las redes sociales sólo son distractores, que hacen perder el tiempo o peor aún que son el camino más amplio hacia la perdición. Sin embargo, el tiempo que nos toca vivir estará cargado – aunque parezca predicción esotérica – de mucha información acompañada del magno ingenio tecnológico. Unos son nativos digitales, otros inmigrantes o residentes y otros sólo están de turistas. Pero, lo cierto es que cada acontecimiento de la existencia humana se convierte en hecho comunicativo, cuando las palabras o los gestos llevan consigo contenidos de interés social.

Comunicar con la imaginación hace referencia a la capacidad cognitiva que los seres vivos emplean para decirle algo a alguien. Cuando nuestra mascota está enferma, es menos alegre que la mayoría de las veces; una planta sin agua comienza a marchitarse; los seres humanos, cuando queremos algo, lo expresamos, con el cuerpo, con los gestos, con la mente, con los sentidos…, no importa el medio, lo esencial es comunicarlo. Pero, conviene preguntarnos: ¿de todo aquello que comunicamos, qué es lo verdaderamente importante? Santiago Alberiones, Fundador de la Familia Paulina, señala: “en otro tiempo, en la puerta de los conventos, generalmente se distribuía la sopa, se distribuía el pan y todavía se hace así en algunos lugares, así ahora conviene que en las puertas de los conventos se distribuya la verdad. Lo que el hombre necesita: conocer a Dios, conocer su destino” (Meditaciones P. Alberione)

Ahora bien, la imaginación es el producto de experiencias de la vida que denotan la riqueza de la existencia. Es la forma más veloz de viajar hacia nuestros ideales. Por eso, cuando imaginamos, hacemos una re-presentación nueva de imágenes. Se puede decir que, sin esa pre-visualización de ideas, es casi imposible el conocimiento. En fin, la comunicación debe ser un conglomerado de ideas dirigidas a proyectar y a dar sentido de la existencia. Por esto, “la prensa, el cine, la radio, la televisión, constituyen hoy las más urgentes, las más rápidas y las más eficaces obras de apostolado católico. Puede ser que los tiempos nos reserven otros medios mejores. Pero en el presente parece que el corazón no puede desear nada mejor para dar a Dios a las almas, y las almas a Dios. (UPS I 313).

Cierto día, un compañero hablaba del cambio de los tiempos: “cuando era niño, tuve la oportunidad de escribir una carta”. Y lo decía, no porque él ya no escriba, sino porque ahora un e-mail, un mensaje en las redes sociales, ya sea una palabra, un emoticón o, simplemente, un toque, son las nuevas tendencias literarias digitales, ellas nos exigen su pleno uso. Aún hay papel y podríamos escribir a mano alzada nuestras ideas, pero no se puede negar que, en ocasiones, lo más atractivo de la vida está oculto en la curiosidad de las cosas que la contienen, la oportunidad de usar los medios tecnológicos para el bien, dirigirlos a su mejor uso. El beato Alberione, ha escrito en Apuntes de Teología Pastoral (1912) 

“Tenemos que llevar las almas al paraíso, pero tenemos que llevarlas con el espíritu de hace diez siglos, (…). Tenemos que tomar al mundo y a los hombres como son hoy, para hacer hoy el bien” (TP, 147. 1912)

Vivimos en un mundo cambiante. Todo cambia tan rápido que, en ocasiones, sentimos que el tiempo está acelerado. No es el tiempo el que cambia y son las personas las que dan su toque personal a la sociedad que conforman. Estamos a las puertas de una nueva era, la era de las ideas. Por eso, es oportuno finalizar con esta hermosa frase: “Soñar despiertos es acariciar las metas antes de que formen parte de nuestras vidas, ¡Animate a soñar!” (Gabriel Gustavo Cocconi)

Por: MIGUEL ÁNGEL ARELLANOS, SSP 
Religioso Paulino

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